En un hecho inusual, la canasta de alimentos de los sectores populares en el conurbano bonaerense bajó de precio durante el mes de septiembre. Según el relevamiento que realiza periódicamente el Isepci (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana), una familia tipo que vive en el Gran Buenos Aires requirió $ 398.562 el mes pasado, un 3,28% menos que en agosto, cuando la canasta básica estaba valorizada en $ 412.081.

El desusado fenómeno podría estar vinculado a una corrección de precios que habían subido mucho en los meses previos. Así se da que los productos de verdulería, fuertemente influidos por cuestiones estacionales o climáticas, bajaron un 6,06%, mientras que los de almacén se redujeron en promedio 3,23% y los de carnicería bajaron un 1,25%.

Sin embargo, en el Isepci le dan otra interpretación: fue el derrumbe de las ventas minoristas el que forzó a los comerciantes a reducir los precios para mantener a sus clientes. El instituto que dirige Isaac Rudnik utilizó datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que detectó un bajón de 16,2% en las ventas de los pequeños negocios minoristas entre enero y septiembre en relación al mismo período de 2023.

Pero en el caso específico de los alimentos, la merma llegó a 20,5%, algo equivalente a un producto de cada cinco que llevaban el año pasado. “Esto implica que las familias, sobre todo las que viven en los barrios populares, debieron reducir el consumo de alimentos de productos, mucho de los cuales son esenciales para una buena alimentación”, analiza el informe.

En el caso de las ventas en farmacias, la caída es de 27,8% con respecto a los primeros nueve meses del año pasado. Es como consecuencia de que “muchas personas –entre ellas jubiladas y jubilados– dejaron de comprar medicamentos, aun cuando son parte de tratamientos indispensables de mantener”.

Por otro lado, la baja nominal en los precios de los alimentos no significa que los salarios le estén ganando a la inflación, como predica el gobierno. Según la estimación del Isepci, la canasta básica alimentaria (CBA), compuesta por 57 alimentos y valorizada a los precios de los negocios de cercanía (ya que muchos habitantes del conurbano no pueden acceder a las grandes cadenas de hiper o supermercados) subió un 76,1% en la primera mitad del año, frente a un 69,8% de los salarios, en la medición del Indec.

En comparación con un año atrás, la paliza que recibieron los ingresos de los asalariados fue memorable: la CBA les ganó 275,7% a 159,3%. “Ciertamente, el resultado del ‘mayor ajuste fiscal de la historia’ no puede tener otro signo que un aumento generalizado de la pobreza y la indigencia, situación que alcanza a todas las edades”, fue la conclusión de Rudnik.