En la Conferencia Industrial, el evento anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), los dirigentes fabriles despidieron con frialdad al presidente Mauricio Macri y recibieron de buen humor al electo, Alberto Fernández.
El encuentro del jueves pasado tuvo como telón de fondo el proyecto del Consejo Económico y Social, que Fernández impulsa para negociar la economía post 10 de diciembre. Los industriales, como el resto de las gremiales empresarias, coinciden en el llamado a algún tipo de mesa de consenso y anticipan su interés en participar. En Parque Norte elogiaron el discurso de Fernández y destacaron sus primeras definiciones económicas.
En el entorno del nuevo presidente aseguran que el vínculo con el empresariado se organizará alrededor del G6, grupo que integran además de la UIA, la Cámara de Comercio (CAC), la Cámara de la Construcción (Camarco), la Bolsa de Comercio (BCBA), la Asociación de Bancos (Adeba) y la Sociedad Rural (SRA). Pero esas entidades mantienen la cautela. El secretario de la CAC, Mario Grinman, espera la convocatoria formal para después de la asunción de Fernández, aunque recibió positivamente su llamado a las empresas.
«Es absolutamente prioritaria la participación de los actores privados en los consensos», expresó en diálogo con Tiempo. El Consejo Económico y Social «es una buena oportunidad para encontrar ideas entre todos. La tarea del gobierno es difícil y tenemos la obligación de aportar a la gobernabilidad. No significa cogobernar, sino colaborar para encontrar el camino», aclaró.
Los mercantiles tendrán la oportunidad de un acercamiento importante mañana en el Hotel Alvear, en el tradicional Consejo de las Américas. La CAC invitó a Fernández pero al cierre de esta nota no había confirmado su asistencia. El que sí irá es Sergio Massa, uno de los promotores del consejo dentro del gobierno.
La misma lengua
La entidad que mejor se entiende con Fernández es la UIA. En la tarde que siguió a la presentación del presidente electo en Parque Norte las autoridades fabriles no podían disimular el entusiasmo. Los referentes de las principales industrias aprobaron en líneas generales el discurso y en algunos casos plantearon como única incógnita el peso que tendrá la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner a la hora de las decisiones.
Café de por medio o en los pasillos del centro de convenciones, los dirigentes cruzaron sonrisas y demostraciones de optimismo.
Incluso a Daniel Funes de Rioja, un empresario de perfil afín al gobierno de Cambiemos, referente de la coordinadora de industrias alimenticias Copal, se lo vio de buen humor. Funes de Rioja viene de participar en la mesa contra el hambre y con ese antecedente hace planes para reunir a Alberto Fernández en un futuro no muy lejano con los miembros del Cicyp, influyente entidad empresarial que también preside y que intentó reunirse con Fernández sin éxito durante la campaña electoral.
La recepción al presidente electo contrastó con la frialdad del trato a Mauricio Macri. El actual presidente se afirmó en su discurso poselectoral y reivindicó su política para el sector como la base del crecimiento futuro. En un ambiente que viene de 18 meses de actividad en picada y casi 150 mil puestos de trabajo destruidos el mensaje presidencial cayó pesado y cosechó críticas.
Las entidades representativas del empresariado mueven sus piezas a la par de las transformaciones políticas. La semana pasada, la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que fue la principal referencia empresarial de Macri, informó cambios en su nómina de socios. Los nuevos dirigentes son representativos de los sectores petrolero, tecnológico, industrial automotriz y alimenticio entre otros cuadros con los que la gremial buscará sumar poder de negociación en el nuevo escenario político.
En tanto, la Cámara de la Construcción, que se preparaba para renovar autoridades antes de diciembre –en medio de una interna complicada por las denuncias de corrupción– pospuso el recambio para marzo de 2020. «