Hace algunos días, nuestro país se convulsionó con la iniciativa de Berlín respecto a expropiar 240.000 viviendas a grandes empresas. La balanza del referéndum se inclinó hacia la positiva con un 56%, lo que habilitaría el debate y, en caso de que se avance, la posterior elaboración de una ley de expropiación.
Propios y ajenos soltaron sus opiniones en relación a la medida. Los adoradores del “primer mundo” se llamaron a silencio. Y es que, parece que su devolución europeizada es selectiva y que en materia de resolución de la problemática prefieren topadoras y quema de colchones, como sucedió con la toma “La Fuerza de las Mujeres”, en la Villa 31.
Todo se relaciona, allí y acá. Lo sucedido el jueves en la 31 tiene que ver con el déficit habitacional que azota a nuestro país hace décadas. Casas sin gente y gente sin casa es el panorama caracterizador de nuestro clima de época. Ahora bien, hay propuestas concretas para empezar a construir una Argentina con mayor igualdad y justicia. Sin embargo, lo que se interpone es una concepción ideológica: el acceso a la vivienda tiene que ser un derecho en términos reales y no un privilegio. Frente a las especulaciones inmobiliarias del mercado tienen que primar las personas.
En ese sentido, las políticas de creación de lotes con servicio y el fomento de la integración sociourbana de los barrios populares son Imprescindibles y marcan el rumbo. También debemos reconocer que una medida como la propuesta en Berlín resulta lejana para nuestro país, teniendo en cuenta la situación de los alquileres y la dolarización de la vivienda, pero lo que si debemos hacer es avanzar en iniciativas que contribuyan a contrarrestar la inquilinización de la vida. Sin dudas, la situación socioeconómica heredada del macrismo y profundizada por los efectos de una pandemia mundial, complejizó la dificultad de acceder a una vivienda. Esta problemática estructural produce un incremento de personas que se ven arrojadas a la situación de calle. La rueda es imparable.
Las imágenes que vimos de la Villa 31 me preocupan y me llenan de rabia e indignación: ¿A dónde van a parar esas personas despojadas de todo? Un halo de esperanza se presenta frente al tratamiento del proyecto de ley nacional para personas en situación de calle que se va a llevar adelante el martes en la Cámara de Diputados. Esta es otra de las deudas históricas de nuestra democracia y es necesario saldarla para empezar a pensar en una Argentina más justa. Son iniciativas que pretenden resolver lo urgente para, sentar un piso que nos permita avanzar sobre las problemáticas de fondo.
El tiempo es ahora. Hasta que no concibamos a la vivienda como un derecho y demos las posibilidades para garantizar su ejercicio, se van a multiplicar las personas en situación de calle. Mientras no avancemos en políticas que reviertan lo injusto, van a seguir aplastando nuestros sueños con topadoras.