La proyección de inflación para este año del 29% establecida en el Presupuesto 2021 parece quedar cada vez más lejos. Transcurridos apenas tres meses, el acumulado ya alcanzaría el 12%, aunque se espera un respiro a partir de abril.
En enero, la inflación minorista fue del 4%; en febrero, del 3,6%; y para marzo, las consultoras privadas vaticinan otro valor cercano al 4%. Números que de sostenerse a lo largo del año dejarían una inflación en torno al 60%.
Sin embargo, los pronósticos comienzan a ser más optimistas. Por ejemplo, los especialistas consultados por el Banco Central para la composición del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) auguraron anteayer un 3,9% para marzo y, al mismo tiempo, apuntaron: «El promedio mensual de las variaciones esperadas entre marzo y septiembre de 2021 es de 3,0%, evidenciándose un sendero mensual descendente. Para diciembre, los encuestados por el REM prevén una inflación del 46%». Si bien 46 suena mejor que 60, sigue muy lejos del 29% inicial.
Marzo suele ser un mes caliente para la inflación, potenciada por la vuelta a clases. En marzo del año pasado, la carestía había sido del 3,3%; en 2019, de 4,7%; en 2018, del 2,3%. Para este marzo, la consultora Ecolatina vaticinó una suba de precios minoristas de entre 3,8 y 4%; EcoGo, 4,2%; Orlando Ferreres y Asociados, 4,1%; C&T, 4,2 por ciento.
«Sigue en la misma línea de los últimos meses y creo que estará en torno al 3,5%. Hay un ritmo elevado y es un problema grande. Todos los modelos económicos tienen sus problemas y el principal problema del nuestro es la inflación. Lo importante es poder generar políticas para paliarlo», remarcó Martín Burgos, economista del Centro Cultural de la Cooperación, en diálogo con Tiempo.
En ese sentido, Burgos destacó el trabajo de la Secretaría de Comercio Interior, a cargo de Paula Español, en lo que respecta a control de precios. «Eso tiene que estar firme y es importante; sobre todo, en el marco de una pandemia. Hay que ver cómo reacciona la economía a las restricciones, que cada vez son mayores, porque puede haber una caída de la demanda y eso puede ayudar a reducir inflación», analizó.
Durante buena parte de 2020, la inflación se planchó casi como un daño colateral de la crisis sanitaria y el aislamiento social. «Hubo muchas pérdidas el año pasado y es lógico que haya un rebrote. Hay una parte de esta inflación que viene de arrastre, pero se supone que esto debería tranquilizarse y bajar», consideró el especialista.
Para Burgos, «apreciar un poco el dólar oficial, aprovechando que no suele haber corridas en los primeros semestres de cada año, puede ser una buena manera de contener la inflación».
La escalada de los alimentos
La mayoría de las consultoras coloca a la inflación en los alimentos como el factor principal de la suba general. En relevamientos más específicos de la canasta alimentaria, la ONG Consumidores Libres colocó a la inflación de marzo en 4,2%, con un acumulado trimestral del 13,2%.
Héctor Polino, representante legal de Consumidores Libres, explicó a este medio: «Veo muy complicado el panorama. Están congeladas las tarifas de los servicios públicos, está vigente Precios Cuidados y se incorporó Precios Máximos; al mismo tiempo, bajó el poder adquisitivo, aumentó la pobreza y la indigencia. Aun así, los precios no dejan de aumentar de manera exagerada».
Como el escenario de crisis no impide el alza de los precios de los alimentos, Polino observa sobre la industria alimenticia. «El gobierno puso en funcionamiento algunas medidas como el Sipre, cuyo objetivo es transparentar la cadena de comercialización. Y la reacción de los empresarios es realmente preocupante. Me pregunto: si esos empresarios tienen todo en regla y los aumentos son razonables, ¿cuál es el problema en suministrar datos?».
Para el exlegislador socialista, «la única manera de poder encausar el panorama es hacer cumplir las normas legales vigentes y aplicar las sanciones establecidas».