El gobierno nacional presentó al Parlamento su propuesta de Presupuesto para el año 2018. Tres son las claves que lo caracterizan: tarifazo, ajuste y endeudamiento.
El primero de los puntos surge al observar que la estrategia de control (reducción) del gasto público se asienta centralmente en la reducción de los subsidios. Así, mientras la evolución del gasto total para el año próximo es de un 16%, la caída en el rubro que contiene los subsidios es de un 8,1%, porcentaje este que al computar la propia pauta de precios que estima el gobierno supone una caída en términos reales del 20,6%. Considerando los subsidios de carácter energético, la reducción real supera el 38%.
El Gobierno confía en poder seguir transfiriéndole al conjunto de los hogares la reducción del gasto vía aumento de las tarifas de luz y gas y del incremento de los costos del transporte. Este ajuste sobre las condiciones de vida de la población se agrava al observar que el gasto general del Estado caería alrededor de un 3%. Y dentro de éste, el gasto social será de un 6,5% inferior al de este año y 16,8 % menor al vigente a finales del 2015.
Tarifazo y ajuste del gasto social sobre la población más postergada, definen los rasgos de inequidad de un presupuesto que se sostiene en la profundización del endeudamiento.
Para el 2018 el Gobierno le pide al Parlamento autorización para incrementar el endeudamiento en 46.500 millones de dólares. En apenas tres años el Gobierno de Cambiemos habría incrementado el endeudamiento en 120.000 millones de dólares. El rubro del gasto correspondiente al pago de los intereses de la deuda asciende a 285.000 millones de pesos siendo el de mayor expansión respecto a todos los rubros del gasto. Los pagos por deuda superan lo destinado a Universidades, Defensa y Seguridad, Salud, Educación, Cultura, Vivienda y Urbanismo y Servicios Económicos. El colmo del absurdo se expresa al observar que el Ministerio de Economía presenta el Presupuesto mostrando un descenso del déficit primario que computa los gastos sin intereses de la deuda, pero a la vez al computar los intereses que se pagan, ese mismo déficit crece respecto al año pasado.
La Argentina durante el gobierno de Macri se dedica a tomar deuda nueva para pagar deuda vieja reproduciendo la lógica del endeudamiento perpetuo, y proponiendo una estrategia imposible de reducción del déficit. Cada vez que se reducen los gastos en rubros necesarios para el desarrollo social y económico, al mismo tiempo se expanden los gastos asociados al pago de la deuda. El gobierno propone una lógica irracional que radica en endeudarse mientras ajusta el gasto y las condiciones de vida de la población, para volver a endeudarse a efectos de financiar un déficit que se sigue expandiendo por el solo hecho de haberse endeudado.
Esta irracional política de ajuste y endeudamiento, está plagada de contradicciones e inconsistencias que cuestionan todos los supuestos planteados por el oficialismo en el presupuesto. A la vez lleva implícitas condiciones que favorecen la reproducción de crisis sociales y externas tal como enseña de manera elocuente la historia argentina reciente. Es a la vez una política compatible con la consolidación de un modelo productivo extractivista y desindustrializador, depredador de los recursos naturales y el ambiente.