Un diagnóstico del momento actual de la clase trabajadora exige un abordaje integral para pensar una política de distribución del ingreso.
Antes que plantear la reducción de la jornada laboral en términos genéricos como lo formula la CGT (imposible para la heterogeneidad y diversidad que tienen las empresas y los sectores en la Argentina), hay que discutir la reducción de la sobre jornada de trabajo.
El principal factor de sobreexplotación de la fuerza de trabajo resulta de que prácticame nte el 30% de la fuerza laboral del país trabaja más de 45 horas semanales. Esto ocurre tanto para los trabajadores informales como así también para quienes se encuentran formalizados. Garantizando la jornada de 8 horas con una inspección laboral elemental estaríamos resolviendo alrededor del 70% de la tasa de desempleo existente en la actualidad.
Existe un aumento de la tasas de explotación en general y, a la vez, innovación tecnológica localizada en las principales firmas. Es allí donde tiene sentido reducir la jornada elevando la jornada de formación técnica. Generar condiciones para que la apropiación del desarrollo tecnológico permita la evolución en la calificación de la fuerza laboral.
Ese planteo, sin embargo, debe estar integrado en una estrategia general que incluya un ingreso básico universal para la precariedad, empleo garantizado para el área de la economía popular, la supresión de la sobre jornada y la reducción de la jornada en las principales firmas.
El planteo de la CGT no se hace cargo de la complejidad del mundo laboral y su hetereogeneidad. En un contexto donde cuatro de cada diez trabajadores trabajan por menos de un salario mínimo, la discusión del reparto de la productividad resulta absolutamente inexistente. «