El tema surge en las conversaciones familiares, entre amigos, en ambientes laborales y en la calle: el gobierno dice que la inflación baja, pero el consumidor cada vez compra menos.
No son los únicos. El consenso entre los empresarios y analistas que siguen de cerca la evolución del mercado interno es que la recuperación de las ventas tendrá que esperar recién hasta mediados de 2025 como mínimo.
El presidente Javier Milei hace su aporte a la confusión general. Dos semanas atrás, celebró eufórico que la inflación descendió a 2,7% en octubre, el dato más bajo en tres años y proyectó que en dos meses el indicador será del 1 por ciento.
Esta semana, aseguró que el salario local es de U$S 1100. Pero el cuadro triunfalista del mandatario no pasa el filtro del propio Indec. El ente estadístico informó que en septiembre los salarios aumentaron un 4,7%, por encima de la inflación que ese mes fue del 3,5%, pero al mismo tiempo la Secretaría de Trabajo consignó que los salarios privados cayeron un 3,2% en agosto y septiembre. Más allá del cruce de cifras, al consumidor lo tiene perplejo la contradicción entre una inflación que baja y un consumo que permanece en el congelamiento.
Recuperación lenta
Esta semana respondió sobre ese tema el economista Hernán Lacunza, titular de la consultora Empiria, que abordó la cuestión en un análisis crítico del rumbo de la economía durante la gestión del actual gobierno.
El ex ministro de Economía bonaerense y de la Nación consideró cierto que tras una caída fuerte en la primera parte del año y un amesetamiento posterior, la economía empezó a rebotar en la tercera parte de 2024, pero alertó que la proporción de ingreso que les queda a las familias después de cubrir los gastos fijos de los hogares es menor a la que les quedaba en noviembre del año pasado, producto de los aumentos de esos gastos.
Si se considera la heterogeneidad de los ingresos, se encuentra que los salarios privados registrados actualizados vía paritarias perdieron menos poder adquisitivo que los salarios formales públicos, que comparativamente aumentaron mucho menos.
El desacople entre los aumentos de los gastos fijos y la pobre variación de los salarios derivará en una caída del consumo del 7%, lo que impacta de lleno en el Producto Bruto Interno (PBI), que este año caerá un 3,5% indicó Lacunza en una entrevista con Radio con Vos.
La posibilidad de una recuperación del consumo en estas condiciones es difícil de imaginar. El economista señaló que la curva del ascenso será lenta comparada con la del derrumbe que tuvo su piso entre marzo y mayo pasados, y proyectó que la normalidad no llegará hasta el segundo semestre de 2025: “Recién ahí podríamos aspirar a tener los niveles de consumo de fines de 2023. Seis trimestres vamos a tardar en recuperar lo que pedimos en dos”, aseveró.
La industria no la ve
El jueves, en una conferencia de Industriales Pymes Argentinos (IPA), el titular de la entidad, Daniel Rosato, y el economista Federico Vaccarezza pintaron un panorama muy difícil para el futuro del sector en caso de que el gobierno profundice la línea que viene desarrollando desde que asumió en diciembre pasado.
Rosato reclamó una instancia de diálogo para proponer alternativas a la política de comercio internacional que se destaca por la apertura a las importaciones de bienes terminados y de capital.
El presidente del IPA advirtió que las consecuencias de que se ratifique el rumbo -y no hay nada que haga suponer que el gobierno hará lo contrario en el corto y mediano plazo- serán el cierre de unas 25 mil industrias pymes, fundamentalmente del calzado, la indumentaria y otros sectores sensibles a las importaciones, y el despido de 300 mil trabajadores.
Un cataclismo semejante tendría consecuencias terminales para el mercado interno y el consumo. Vaccarezza señaló que la industria petrolera, la minería, la pesca y el agro podrían seguir dinamizando la economía en los próximos meses, pero advirtió que la contracara será la continuidad de la caída de la construcción, la industria manufacturera, el comercio minorista, el sector inmobiliario y la hotelería, los sectores relacionados a la producción nacional y al consumo.
“Por ahora esos sectores están para abajo. El año que viene veremos qué pasa, siempre y cuando todo se mantenga estable y se consigan los dólares que se consiguieron este año. Sin esas divisas, el 2025 puede ser un año muy problemático”, concluyó el economista.
Rosato condicionó la recuperación de la producción y el consumo a las decisiones efectivas que tome la administración nacional para impulsar a empresas productivas locales: “Estamos pagando el costo energético tres veces más que lo que se paga en el exterior. Para ganarle a China tenemos que tener los mismos costos que ellos”.
Textiles piden diálogo
El presidente de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione, abogó por “reinstaurar el ciclo consumo-inversión-generación de empleo, de fortalecimiento del mercado” sobre la base del diálogo y la articulación público privada.
En la apertura del evento Pro Textil 2024 advirtió que “ningún país en el mundo regala su soberanía industrial” en referencia al perfil de la política económica del gobierno nacional que es cuestionado por su ausencia de políticas de fomento del sector fabril.
Galfione pidió “nivelar la cancha” y dijo que “es muy importante que tengamos una ley RIGI que atraiga grandes inversiones para aprovechar el potencial de nuestros recursos naturales, pero también es muy importante que tengamos la misma oportunidad y las mismas condiciones quienes somos pymes nacionales”.
El titular de Pro Tejer señaló que el gobierno no está cumpliendo con su promesa de abrir la economía recién después de hacer una serie de reformas estructurales, lo que impediría que colabore “en lograr una mayor prosperidad de nuestra economía”, apuntó el empresario.