La fuerte sequía que afecta a la Argentina –y que forma parte de un fenómeno global– ya tiene víctimas concretas. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) la falta de agua, junto con algunas heladas tardías, afectó áreas sembradas con trigo en el centro-norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe, Córdoba, Chaco, Santiago del Estero, San Luis y el NOA. La contabilidad de la BCR arroja que la merma de la cosecha de trigo estará en torno del 30%: de los 23 millones de toneladas de grano previstas antes de la siembra, se espera una cosecha de solo 15 millones con posibilidades de que sea menor. Es decir, ya se perdió un 30% del trigo.
La consecuencia del faltante será que la cantidad de trigo para la exportación y para el consumo interno estará muy justa. Esto porque los exportadores ya adquirieron nueve millones de toneladas y se espera que los molinos compren 5,5 millones para hacer harina destinada al mercado local.
Analistas como Pablo Adreani aseguran que esta situación derivará en un impulso de los precios locales de harina, lo que derivaría en una suba de los productos de consumo final (pan, fideos), empujando aun más el proceso inflacionario.
La falta de agua también está afectando la siembra de maíz de primera, que es como se conoce al cultivo de este grano a partir de una siembra realizada entre septiembre y octubre. Muchos productores prefirieron cancelar esta acción y pasar directamente a una siembra en noviembre-diciembre, a la espera de mejores condiciones climáticas. Pero los meteorólogos no son optimistas y creen que la sequía se mantendrá hasta el próximo verano. «