La nueva opción produjo un boom en el mercado de créditos en la Argentina porque la modalidad, que ajusta las cuotas por inflación, garantizaba una primera cuota accesible y, en general, por debajo del valor de un alquiler. 

A dos años de andar, sin embargo, los créditos comienzan a mostrar serias dificultades para su desarrollo y, según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV, a exponer sus “riesgos intrínsecos”.

En primer lugar, las sucesivas devaluaciones de la moneda impactaron en las operaciones toda vez que los préstamos, otorgados en pesos al equivalente del valor en dólares de la vivienda al momento de tramitar el crédito, muchas veces se revelaron insuficientes en el momento de la escrituración del inmueble. Por eso, el informe señala la posibilidad de un “deterioro patrimonial en el momento inicial de la suscripción del hipotecario UVA”. 

Para soslayar ese tipo de situaciones, ante la devaluación de agosto de 2017 el Banco Nación, por ejemplo, decidió alterar los plazos y los límites de las cuotas de los créditos con relación a los ingresos familiares permitiendo ampliar los montos para salvar las operaciones en curso. Las medidas, claro, implicaron un mayor costo para los suscriptores y al mismo tiempo un incremento del riesgo crediticio.

Muchas fueron las operaciones que, de todas maneras, quedaron truncas a partir de los sucesivos episodios devaluatorios que sufrió la moneda nacional, en particular, claro, en la que ocurrió el último mes cuando la moneda se devaluó un 25%. Las que no, según al UNDAV, sufrieron sólo en este episodio un encarecimiento de sus viviendas en pesos por un equivalente promedio de U$S 6.500 que los suscriptores, para salvar la operación, debieron afrontar incrementando la porción financiada con sus ahorros particulares. 

Pero además, el riesgo alcanza también a las familias que, habiendo conseguido cerrar las operaciones, ahora deben hacer frente a las cuotas mensuales que actualizan por inflación del IPC mientras sus ingresos lo hacen por paritarias, en general pautadas a la baja. 

Según el informe, de hecho, desde abril de 2016 el valor del UVA se incrementó en un 57,31% mientras que los salarios de los trabajadores privados registrados, lo hicieron en un 55,67%.

El informe señala que  “por el desacople entre los meses de aumento paritario y los meses de ajuste –mensual- de la UVA, el resultado marca un peso incremental de más de $13.200 para quienes suscribieron en abril de 2016”.

El estudio se realizó sobre la base de un caso testigo de un trabajador que tomó un modelo de crédito privado en abril de 2016. En el caso de que ese empleado se beneficie en 2018 con aumentos paritarios acordes al promedio de 12 sectores representativos (17,3%) y deba afrontar una inflación estimada del 24,7% que consideran improbable toda vez que debiera plasmarse una inflación mensual del 1,6% hasta fin de año, entonces para diciembre de 2018 el peso de la cuota sobre el salario llegaría al récord del 31,8%. La pérdida acumulada en pesos constantes, en ese caso, implicaría desde abril 2016 a diciembre de 2018 el equivalente a $15.494.

Más allá de la afectación que implica tanto el descalce como la suba de las cuotas por encima de los salarios sobre las economías familiares, el fenómeno, en poco más de dos años amenaza la sustentabilidad del sistema de crédito que está pensando para un período de 30 años. 

Como parte de ese problema es que recientemente el BCRA autorizó la securitización de los créditos UVA. Estos es la transformación de las acreencias en bonos o paquetes financieros que a su vez operan en el mercado secundario y que liberan liquidez a los bancos para seguir otorgando nuevos préstamos. 

Según la UNDAV, la modalidad contará con el respaldo de la ANSES que absorberá la mayoría de esos bonos en el sistema y actuará, en última instancia, como respaldo de los negocios de los bancos privados.