El Instituto de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires señaló en su último informe que una familia porteña para ser considerada de clase media necesitó reunir en agosto entre $ 1.501.818 y $ 4.805.818.
A la vez, del informe de distribución del ingreso que difundió el Indec la semana pasada surge que el 60% de los asalariados percibe un haber inferior a los $ 450 mil.
Un informe de la CELAG indicó que en la Argentina el 73,3% de la población vive en hogares que perciben ingresos inferiores a una canasta básica total y media. El Centro de estudios del que participan, entre otros, Álvaro García Linera, Emir Sader y Rafael Correa, asegura que se trata de los «casi pobres» y que, por ese motivo, la Argentina ya dejó de ser un «país de clase media».
Por eso no sorprenden los resultados de la encuesta que realizó la consultora Sentimientos Públicos dirigida por Hernán Vanoli.
Allí, sobre una muestra de 2500 casos surge que, desde la asunción del actual gobierno, especialmente los sectores medios se vieron obligados a modificar sus actitudes de consumo resignando en particular los servicios vinculados con el esparcimiento y el ocio. Los estratos sociales más relegados, claro, sufren otras privaciones en tanto ese tipo de consumos ya habían quedado muy atrás en el tiempo.
El estudio, más allá de indagar en los consumos materiales de las personas, también explora las percepciones de los encuestados en lo que se refiere a «los deseos, anhelos, fantasías y expectativas sociales».
Bolsillos flacos
En lo que se refiere al consumo de bienes vinculados con el esparcimiento el estudio da cuenta de que el 65% de las personas reconocen haber disminuido sus salidas a comer afuera y las celebraciones. A la vez, el 60% señala haber dejado de lado las salidas al cine, al teatro y otro tipo de espectáculos. Son los dos ítems en los que se refleja el mayor porcentaje de respuestas negativas. Sin embargo, más de la mitad de las personas consultadas reconoció haber reducido sus compras en ropa y calzado (58%), turismo (57%) y artículos para el hogar (50%).
Más atrás, aparecen las privaciones vinculadas con los «pequeños gustitos». Por eso el 44% señaló que ya no compra postres, tortas, golosinas, snacks, quesos y fiambres y «otras gratificaciones». El 43% ya no toma un café en una cafetería, una costumbre muy arraigada en la clase media urbana de nuestro país. El 39%, además, resignó gastos vinculados con la estética y la belleza.
El informe destaca la siguiente contradicción: «en una país con gastronomía premiada y altos niveles históricos de consumo de carne, se come cada vez peor». Es que el 38% asegura haber reducido su consumo de carne y el 37% el costo de los insumos para el almuerzo. El 36% compra menos vino y cerveza.
Pero la salidas al cine que quedaron relegadas tampoco encuentran consuelo en el hogar en tanto casi cuatro de cada diez reconoce haber dado de baja sus servicios de streaming como Netflix o Amazon.
Tristeza não tem fin
El estudio da cuenta de un fenómeno particular en tanto la crisis obligó a un 21% de los encuestados a reducir su consumo de medicamentos que, en general, son bienes que se destacan por su inelasticidad. El dato resulta curioso si se toma en cuenta que un porcentaje casi idéntico, el 23%, reconoció haber reducido sus gastos en tratamientos de salud mental como, por ejemplo, ir al psicólogo. Es que la contención emocional aparece como un recurso casi indispensable en momentos en los que, para el mismo estudio, los sectores medios sufren un fuerte impacto en sus expectativas sociales y en la percepción para el cumplimiento de sus deseos.
De los encuestados surge un dato devastador que toma más fuerza entre los sectores económicos medio-bajos. Tres de cada diez argentinos se vieron obligados a dejar de ayudar económicamente a sus familiares o amigos cuando antes tenía margen para hacerlo. El dato, claro, implica un fuerte impacto psicológico y alienta el desánimo cuando, además, los ingresos de las personas mayores sufren un marcado deterioro según los datos de la EPH del Indec.
El mismo estrato medio bajo es el que reconoce en un porcentaje mayor haber tenido que reducir el cuidado de su salud.
En línea con esa nueva realidad, la encuesta destaca que el 69% de los consultados se sintió identificado con la siguiente afirmación: «la gente que conozco está cada vez peor, deprimida o con sus proyectos de vida en crisis».
Esa respuesta, asegura la Consultora Sentimientos Públicos, resulta todavía más elevada en el estrato etario que va de los 35 a los 55 años y, en especial, en los sectores socioeconómicos que se ubican por encima del denominado sector medio.
La falta de expectativas sociales se traduce en la búsqueda de atajos para resolver la situación económica. Cuatro de cada diez varones de entre 16 y 29 años asegura que piensa en recurrir a las apuestas online para mejorar sus ingresos. El remedio, en este caso, puede ser peor que la enfermedad. «
Del otro lado del mostrador confirman la tendencia
La encuesta analizada en la nota principal refleja la percepción de los consumidores sobre sus propios consumos. Se trata de una análisis de la demanda pero no así los resultados económicos que verifica la oferta. Sin embargo ese fenómeno se condice con los informes de consumo disponibles. El último estudio de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) da cuenta de un retroceso acumulado durante 2024 y hasta agosto del 20,5% en alimentos y bebidas, del 16,5% en bazar y artículos para el hogar, de un 32,1% en perfumería y de un 10,8% en calzado.
El instituto de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires informó en agostó un derrumbe del consumo en restaurantes porteños del 16,5% con relación a un año atrás luego de una caída del 19,1% en julio y del 18,1% en junio. El sector arrastra siete meses seguidos de retrocesos.
El mismo organismo verificó un retroceso del 28% en la cantidad de espectadores a salas de cine de la Ciudad de Buenos Aires en julio de este año con relación al mismo mes de 2023. Del mismo modo indican una caída del 17% en los 24 partidos de la provincia de Buenos Aires.