En el segundo trimestre del año, los compromisos financieros tomados por el sector público y privado con inversores extranjeros sumaron U$S 7.541 millones. Fueron la contrapartida necesaria para equilibrar la balanza de pagos, que arrojó un fuerte déficit por el saldo comercial negativo y la remisión de utilidades a accionistas residentes en el exterior, aunque parte de esa deuda quedó en manos de los acreedores como inversión financiera.

El informe sobre cuentas internacionales, dado a conocer por el Indec, revela que la cuenta corriente dio un saldo negativo de U$S 5.954 millones. Allí se agrupan los ingresos por exportaciones de bienes y servicios, las salidas por importaciones (la diferencia neta fue de U$S 2.954 millones), los intereses y dividendos percibidos por los inversores radicados en el exterior (U$S 3.259 millones) y otras transferencias (U$S 259 millones a favor de nuestro país). 

En cuanto a la manera de cubrir ese rojo, según el Indec, “las necesidades netas de financiamiento fueron cubiertas principalmente por emisiones de deuda del Gobierno general y por disminución de activos de reserva del Banco Central de la República Argentina (BCRA)”. Las reservas internacionales en ese período bajaron U$S 2.804 millones, según precisa el informe. De todas maneras, una parte de ese volumen (U$S 1.164 millones) quedó en el país, como activos financieros de residentes en el extranjero.

De esta manera, de acuerdo a las cuentas del ente estadístico, la deuda externa al cierre del segundo trimestre del año ascendía a U$S 201.799 millones. Esa suma, que incluye tanto la pública tomada por el gobierno y otros organismos oficiales como la de agentes privados, creció en U$S 6.538 millones con relación al trimestre anterior.