La reunión entre el presidente Alberto Fernández y Kristalina Georgieva, la mandamás del Fondo Monetario, el sábado último en Roma, tuvo un componente novedososo y, al mismo tiempo, repitió viejos esquemas sin mayores cambios en la liturgia fondomonetarista.
La jefa del FMI destacó el «buen encuentro» y reveló que acordaron «trabajar juntos». En su cuenta en la red social Twitter, Georgieva escribió: «Buen encuentro con el presidente @alferdez. Acordamos que nuestros equipos deben trabajar juntos e identificar políticas sólidas para abordar los importantes desafíos económicos de Argentina en beneficio del pueblo argentino».
Fernández y Georgieva se reunieron en la tarde del sábado para dar continuidad a las negociaciones que está llevando adelante la Argentina con el organismo.
«Buen encuentro con la directora gerente del FMI para avanzar en negociaciones que nos permitan salir del lugar social y económicamente insostenible en donde el gobierno que me precedió dejó a nuestra amada Argentina», afirmó Fernández, tras el encuentro que se realizó en la Embajada argentina en Italia.
Del encuentro, que se prolongó por una hora y media, participaron también por parte de la Argentina el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Por el FMI, lo hicieron la subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, Julie Kozack; el primer subdirector gerente, Geoffrey W.S. Okamoto; y Dominique Desrruellem, también del Departamento del Hemisferio Occidental.
Resiliencia
En la reunión, el presidente insistió en el planteo que lleva adelante el ministro Guzmán, de que a la Argentina se le reduzca el peso de los intereses. El país sufre un sobrecargo en las tasas que paga al FMI por el préstamo que pidió el presidente Mauricio Macri porque el dinero que recibió, 44.300 millones de dólares, supera en un 187% la capacidad de endeudamiento del país con ese organismo. Cada nación tiene un límite para recibir créditos del Fondo que está vinculado a su participación en el sostenimiento de la entidad que dirige ahora la búlgara Georgieva.
Los ministros de Economía de los países del G20 ya habían dado su ok a la baja de tasas, Ahora, los mandatarios se hicieron eco de la posición (ver pág. 3).
Guzmán también venía discutiendo otro tema con la jefa del caso argentino en el FMI, Julie Kozack: que si en el futuro el FMI incluía entre sus normas una nueva forma de financiamiento, el «Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad», esa novedad se incorporara en el acuerdo que la Argentina hubiera firmado. Los ministros de Economía y Finanzas del G20 propusieron crear con los Derechos Especiales de Giro (DEG) que recibieron los países ricos, un fondo con el cual sortear el Stand By y las Facilidades Extendidas, los dos formatos que cuenta el FMI para hacer préstamos a los países socios. Si bien hay consenso, no están definidos ni los plazos ni las tasas que cobraría el FMI. El caso es que para ser habilitada y recibir esa línea, la Argentina debería ser considerada un país vulnerable a la pandemia y sus efectos. O al cambio climático. O a ambos.
Dejavú
Las declaraciones de Fernández y Georgieva marcaron el paso sobre el mismo lugar en el que se encuentran desde hace un año. Los representantes de ambas partes no pasan de las reuniones «productivas» en la que se sigue «analizando» la «viabilidad» de un «programa sustentable».
Con la Argentina en campaña electoral, el FMI se ha mostrado poco entusiasmado en darle la gobierno nacional la posibilidad de cerrar un acuerdo sin condiciones concretas en materia de gasto público y déficit fiscal, valor del dólar, emisión monetaria y nivel de la tasa de interés. La versión que más ha circulado asigna al FMI la intención de cerrar el nuevo convenio después de las elecciones y tanteando en forma concreta las nuevas relaciones de poder que surjan de ella. Con todo, conviene recordar que el Presupuesto 2022 no incluye pagos al Fondo, lo que en su momento dio lugar a suspicacias vinculada s a algún tipo de acuerdo que la Argentina ya habría alcanzado con el FMI y cuya forma de hacerlo público era esa. En el primer trimestre de 2022, el país debría pagarle al FMI U$S 770 millones del vencimiento de capital en enero. En marzo vencen otros U$ 3.590 millones. Ese mes también termina el plazo negociado con el Club de París, por el cual ese grupo postergó un vencimiento de deuda y supeditó una posterior negociación al acuerdo que la Argentina lograra con el Fondo.
Se trata, en definitiva, de un contexto complejo para el gobierno. Busca el acuerdo con el FMI a sabiendas de sus imposiciones ya que no encuentra alternativas financieras. El establishment y los factores de poder así se lo reclaman.
Los rumores que quedaron en el camino
La agencia internacional Bloomberg, de propietarios estadounidenses, tuvo un rol clave en los últimos 20 días de las negociaciones que lleva el gobierno argentino con el FMI.
El 11 de junio, el medio difundió un presunto rechazo del organismo a la propuesta del presidente Alberto Fernández para que alivie las sobretasas que le paga por la deuda de 55 mil millones de dólares que contrajo su antecesor, Mauricio Macri. Tanto impacto logró la presunta información que la titular del organismo, Kristalina Georgieva, tuvo que desmentirla.
La versión, dijo Bloomberg, provino de Washington y circuló en las mismas jornadas en que el ministro de Economía, Martín Guzmán, estaba en la capital estadounidense, durante la previa a la asamblea anual del organismo. Ahora es Bloomberg el medio que, luego de la desmentida de Georgieva, aseguró este sábado que el G-20 pedirá discutir «la política de recargos en el Directorio del FMI». Ahora lo consideran un «logro» del gobierno argentino.
Si la decisión se confirma, tendrá un impacto directo en la negociación que mantiene Argentina con el FMI. La administración de Fernández buscará capitalizar esa gestión antes de las elecciones del 14 de noviembre, ante la ofensiva de JxC que buscó aprovechar la primera versión de Bloomberg para asegurar el fracaso de los intercambios. Según consignó la agencia, el Fondo les cobra a los países una tasa de 200 puntos básicos, o 2 puntos porcentuales, sobre los préstamos que están por encima del 187,5% de la cuota de un país, pero los aumenta a 300 puntos básicos si un crédito permanece por encima de ese porcentaje después de tres años.
El impuesto del 15% para las grandes empresas
Roma es desde este sábado la sede de la primera cumbre del G-20 que se realiza desde el comienzo de la pandemia. Finalizará este domingo con un documento común que podría contar con el acuerdo de todos los países participantes.
Esta edición tiene tres prioridades: buscar una solución para achicar las desigualdades que generó la pandemia, acelerar la recuperación económica mundial y lograr “esfuerzos concretos” para luchar contra el cambio climático. La cumbre acordó definir un impuesto mínimo del 15%para firmas multinacionales, que fue pactado a principios de octubre por 140 países, en el marco de la OCDE.
También abordarán las desigualdades de la pandemia, que el nuevo impuesto para multinacionales tiene como fundamento. Las grandes economías del G-20 representan màs del 80% del PBI mundial.