La intervención personal del presidente Mauricio Macri no logró destrabar el giro pendiente del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Tras la reunión de este martes en Nueva York, el ministro Hernán Lacunza informó que una misión de funcionarios argentinos viajará a Estados Unidos el 14 de octubre, en coincidencia con la reunión anual conjunta del Fondo y del Banco Mundial, para continuar con las conversaciones sobre ese desembolso.
“Venimos a escuchar cuál es la visión del Fondo sobre lo que está sucediendo (en la Argentina)”, dijo Macri antes de ingresar al encuentro del que participaron Lacunza y Guido Sandleris, presidente del Banco Central, por la parte argentina. Del lado del Fondo estuvo su director gerente interino, David Lipton, junto con el director del Departamento para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner, y el economista que encabeza las revisiones del acuerdo, Roberto Cardarelli.
En los hechos, la novedad confirma que el FMI postergará el envío de los U$S 5.400 millones, inicialmente previsto para mediados de septiembre, hasta después de las elecciones. La estrategia de la entidad es ganar tiempo a dos puntas. La rutina que incluye el envío de una misión auditora, la elevación del informe técnico, su aprobación por el directorio y el envío del dinero demora cerca de un mes. Para entonces ya se sabrá quién quedará al frente del gobierno a partir de diciembre. Además, en el interín habrá asumido como directora gerente del organismo la búlgara Kristalina Georgieva, quien deberá decidir cómo continúa la relación entre las partes.
Para el gobierno, en cambio, es un doble revés. En lo político, porque jugó su carta máxima, la sorpresiva presencia de Macri. El presidente, cuya asistencia a la reunión no había sido anunciada, hizo un lugar al tema en las escasas 12 horas que estuvo en Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU. Y también es un problema en el plano económico, porque la falta de ese dinero deja a las autoridades en una situación mucho más débil para cumplir con sus compromisos hasta diciembre. La incertidumbre sobre la llegada de esa plata ya había forzado a Hacienda a defaultear las letras de corto plazo, de las que apenas se pagó un adelanto de 15% y el resto se liquidará en plazos de hasta seis meses.
La mayor diferencia entre las partes radica en que el gobierno afirma haber cumplido las metas previstas al 30 de junio, que eran la condición para la continuidad del acuerdo, mientras que el staff técnico del FMI cree que la situación política cambió totalmente después de las PASO y que los acontecimientos económicos posteriores dejaron de hacer viable el programa. “La Argentina cumplió con sus compromisos en materia monetaria y fiscal, eso quedó claro en la reunión. Vamos a seguir trabajando”, señaló Lacunza, quien este miércoles volverá a reunirse en Washington con Werner y Cardarelli.