A 39 días de aquella mañana en que Mauricio Macri anunció que «hemos acordado con el Fondo Monetario Internacional adelantar todos los fondos necesarios para garantizar el cumplimiento del programa financiero para el año próximo», todavía no se firmó ningún convenio que ratifique la palabra del presidente. Por el contrario, fuentes del organismo señalaron que todavía no hay fecha para su debate en el directorio.
«El tema aún no está en agenda para ser tratado por el Board. Cuando lo sepamos, informaremos», dijeron voceros de prensa de la entidad ante la consulta de Tiempo. Lo que debe discutir, técnicamente, es una revisión del acuerdo original aprobado el 20 de junio por un monto global de U$S 50 mil millones. La directora gerente, Christine Lagarde, se comprometió públicamente a solicitar que la revisión sea convalidada. Pero hasta ahora, eso no ocurrió.
Más allá de las formalidades, el gobierno obtuvo el impacto político que buscaba el 26 de septiembre, cuando en un dificultoso español Lagarde confirmó junto al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que el FMI ampliaría su préstamo en U$S 7100 millones y que giraría las cuotas antes de lo previsto para despejar dudas sobre un posible default. «El FMI mantiene su compromiso de ayudar a Argentina a afrontar los retos que se perfilan. Respaldo el plan de reformas revisado», fue la declaración de Lagarde. Si está todo arreglado, ¿por qué la demora en firmar los papeles y dar a conocer los detalles?
Una explicación puede estar vinculada al trayecto que debe recorrer el proyecto de Presupuesto 2019 en el Congreso. El staff técnico del Fondo siempre le asignó extrema importancia a esa herramienta como reaseguro de que las promesas de las actividades económicas se van a traducir en hechos concretos. Más aún a partir del giro del gobierno, que ante la profundización de la crisis redobló la apuesta y aceptó implementar el déficit cero para el año que viene. Si hubiera consenso político y social sobre las medidas de ajuste que impulsa el macrismo, el ida y vuelta con el Fondo sería sin dudas mucho más fluido.
En ese sentido, el incipiente debate parlamentario da muestras de que la jugada del oficialismo de recurrir al FMI no cuenta con el respaldo de las demás fuerzas políticas. Hoy por hoy, varios sectores, no sólo del Frente para la Victoria sino del PJ Federal o no kirchnerista, están pensando en rechazar el proyecto del gobierno. Las imágenes de la visita de Marcos Peña a Diputados, en las que la oposición desplegó en sus bancas carteles con la leyenda «Presupuesto-Rehacer», también fueron vistas en Washington.
¿Acaso espera el Fondo un aval explícito al ajuste para aprobar la revisión del acuerdo? Sea por ese o por otro motivo, el directorio no tiene el caso argentino en sus prioridades a tratar. Desde el 29 de agosto, cuando Macri anunció que el acuerdo estaba cerrado, hubo ocho reuniones del cuerpo en las que se trataron los pedidos de Barbados (solicitud de préstamo), Túnez (revisión) y los informes anuales previstos en el artículo 4° de la Carta Orgánica para otros diez países asociados. De Argentina, ni una palabra.
Christine y sus internas
En el comunicado oficial, Lagarde se manifestó dispuesta a «continuar apoyando a las autoridades argentinas en sus esfuerzos», y dijo que el conjunto de modificaciones propuestas «será esencial para restablecer la confianza del mercado». Puertas para adentro, la exministra de Finanzas francesa tiene la oposición de varios directores europeos que desconfían de que el país vaya a cumplir con el nuevo acuerdo. Tampoco les cae bien que el Banco Central se reserve el derecho a intervenir fuera de la banda cambiaria fijada para el dólar. El sector más ortodoxo del FMI quiere una flotación limpia y pura, para evitar financiar una fuga de capitales. Esa visión extrema, entre otros motivos, apuró la salida de Luis Caputo del BCRA.
La puja interna fue una de las razones por las que la ampliación del crédito resultó muy inferior a la que se mencionaba en un principio. Esta semana, Mark Sobel, el exrepresentante de Estados Unidos en el Fondo, publicó un artículo en el que manifestó dudas de que los U$S 7100 millones extra alcancen para cubrir las necesidades de financiamiento argentinas. Y sobre todo, cuestionó el rigor de los requisitos exigidos a cambio. «El programa revisado parece demasiado duro. Lograr un equilibrio primario en 2019 será doloroso, y la aprobación de un Presupuesto de apoyo probablemente se convertirá en una condición de facto para el apoyo continuo del FMI. Esto enviará una fuerte señal a los mercados», señaló.
A cambio de esas señales, el gobierno quiere dólares y por ahora no le llegan. Tampoco se hizo público cuándo y en cuántas cuotas los recibirá. Encima, los U$S 3000 millones que debía cobrar en septiembre como parte del préstamo original fueron en la práctica embargados hasta que se firme la revisión. Si no se firman los papeles, no hay plata. «
Pronóstico pesimista del Banco Mundial para 2019
El Banco Mundial estima que la recesión en Argentina será más fuerte que la estimada por el gobierno. En un informe publicado esta semana bajo el título «Cómo lidiar con riesgo en América Latina y el Caribe», que describe el panorama de la economía de esa región, prevé que el PBI del país caerá un 2,5% a lo largo de este año y otro 1,6% para 2019. Se trata de la peor performance en la zona, después de Venezuela. El panorama trazado por la entidad es mucho más sombrío que el que presentó el Ejecutivo en su proyecto de Presupuesto, que anticipa caídas del 2,4% y 0,5% respectivamente.
El informe preparado por el uruguayo Carlos Vegh, economista jefe para la región, ubica «la crisis macroeconómica que comenzó en abril en Argentina» como el primero de los seis factores que «han conspirado contra el escenario optimista de principios de este año e implicarán un crecimiento más bajo en la región, que actualmente se prevé en un 0,6% en el 2018». En particular, en Sudamérica, habrá crecimiento nulo este año y del 1,2% para 2019.
Más dudas
También hay inquietud a corto plazo en varios fondos de inversión extranjeros, reporta la agencia Bloomberg. «La determinación del gobierno para hacer lo correcto no está en duda, pero su capacidad de hacerlo el tiempo suficiente sí lo está», planteó Isabelle Mateos y Lago, principal estratega de activos múltiples de Black Rock. En tanto, James Gulbrandsen, asesor de NCH Capital (que sacó todos sus fondos de Argentina a principios de año), anticipó problemas para la reelección de Mauricio Macri: «La economía generalmente le gana a la rabia por la corrupción. La gente siempre votará con sus billeteras». «