El fuerte crecimiento del PBI en el segundo trimestre del año que informó este martes el Indec parece destinado a ser una de las últimas buenas noticias en la materia por bastante tiempo. El panorama varió bastante en el lapso transcurrido desde ese momento hasta que se terminaron de procesar los datos y esos cambios pueden impactar en el sendero de crecimiento de la economía argentina en el futuro inmediato.

El Indec calculó que la actividad económica en el período abril-junio creció 6,9% con relación a los mismos meses de 2021. También estimó que la variación desestacionalizada con relación al trimestre anterior fue positiva en 1%.

Sin embargo, la mayoría de los analistas cree que los cambios ocurridos a partir de ese momento implicarán un menor crecimiento económico para el año que viene. Uno de los más significativos tiene que ver con una evolución mucho más paulatina de la inversión, que el Indec consideró que había subido un 18,8% interanual. También se descuenta que la comparación con la segunda oleada de la pandemia ya no se repetirá, lo que dificultará que se repitan subas espectaculares como la del 53,9% en el rubro Hoteles y Restaurantes, que para el invierno de 2021 estaba casi paralizado.

Convendrá recordar que por aquella época todavía estaba Martín Guzmán a cargo del Ministerio de Economía; que se hablaba de una posible flexibilización en las metas de cumplimiento del déficit fiscal (2,5% del PBI) comprometidas con el FMI, a la luz de la guerra en Ucrania; que los pronósticos de inflación todavía estaban en un rango del 60% para todo el año y que las tasas de inflación nominales estaban unos 20 puntos por debajo del 75% anual al que ahora las llevó el Banco Central. Desde entonces, demasiada agua corrió debajo del puente y los analistas privados ya bosquejan nuevos escenarios.

El Instituto de Trabajo y Economía, por ejemplo, señaló que en julio hubo un decrecimiento mensual (el tercero consecutivo que midió ese centro de investigación) de 2,5% en la actividad económica. “Mientras despachos de cemento, préstamos comerciales, consumo de gasoil, la recaudación de la seguridad social, las cantidades importadas y el índice de producción industrial de FIEL mantienen crecimientos anuales, la demanda de energía eléctrica, las cantidades exportadas y las ventas minoristas entran en terreno negativo. Esta última señal resulta una alerta temprana de una clara desaceleración de la economía”, señala su último reporte.

Un informe del Grupo Cohen hace hincapié en los condicionantes macroeconómicos. “Las perspectivas para este tercer trimestre son más negativas debido a la caída del salario real derivado de la aceleración inflacionaria, por el aumento de las tasas de interés, limitación de importaciones y caída que marcan las exportaciones. Con este marco de fondo, estimamos que la actividad alcanzó un techo en el segundo trimestre y comenzaría a caer”, señaló el análisis.

A pesar de ello, el Indec afirmó que en entre abril y junio hubo un buen rendimiento de los sectores que por su peso en la generación de empleo son claves para la economía. Construcción subió 9,9% interanual, Comercio mayorista y minorista lo hizo 9,7%, mientras que Industria Manufacturera mejoró 7,7%.

De todas maneras, en el gobierno ya se preparan para una economía mucho más amesetada. El Presupuesto 2023 estima para el año que viene una suba de apenas 2% del PBI. Buena parte de esa mejora provendrá del arrastre estadístico del año en curso, en el que la mejora terminaría en el 4% anual. Todo ello configura una situación de fin de ciclo y una economía que tendrá, definitivamente, características muy distintas a las de la recuperación pospandemia.