El 5,1% de inflación de diciembre sacudió la estantería de lo que el gobierno esperaba. En la entrevista que publicó Perfil una semana atrás, el ministro de Economía, Sergio Massa, aventuró una cifra: “Diciembre, de acuerdo a la proyección de la Secretaría de Programación Económica, estaría también con el cuatro adelante”, dijo en referencia al guarismo de noviembre, que fue de 4,9%.

En ese mismo reportaje, Massa adelantó que aspira a que en abril, la inflación esté por debajo del 4%, para lo cual apuesta a seguir trabajando a varias puntas: con los sindicatos, para lograr que acepten aumentos salariales del 60% en las paritarias (ver página 15); con la reducción del gasto público, para tener menos déficit y requerir menores niveles de endeudamiento para financiarlo; con los inversores y especuladores, para que sigan financiando el déficit fiscal; y con los exportadores, para que liquiden sus ventas externas y así acumular más reservas y dominar las expectativas de una futura devaluación fuerte del peso.

Pero el propio programa que el gobierno ha firmado con el Fondo Monetario tiene fuertes aspectos inflacionarios en la medida en que apunta a subir las tarifas, las tasas de interés y el valor del dólar al nivel de la inflación. Al mismo tiempo, el FMI avala que la inflación licúe los gastos del Estado. Por caso, el nonato Presupuesto 2022 proyectaba una inflación del 62% (ya nadie lo recuerda) y los gastos estaban sujetos a esa pauta.

Hay que pasar el verano

Pero para llegar a abril antes hay que pasar por el verano.

“El primer trimestre de este año será la prueba de si la reciente estabilización de los precios alrededor de un 5% mensual, que anualizado da un 80%, llegó para quedarse o fue una coyuntura”, dice a Tiempo Andrés Asiain, el director del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO).

Asiain considera que “el principal desafío” del verano estará en “el impacto que pueden tener las presiones sobre el dólar paralelo, que están asociadas tanto a la demanda del turismo, típica de temporada, como a ciertos vencimientos de bonos en pesos que no están siendo renovados y se están pagando y están siendo dolarizados por sus tenedores”.

El problema del dólar tiene, entre otras aristas, la de la importación: si faltan en el mercado de cambios (el MULC, en la jerga financiera) los importadores recurren a los dólares alternativos, sean los financieros como el blue. Así es como las subas de ambos terminan llegando a los precios. Asiain señala que, en ese sentido,  si Massa tiene éxito en las negociaciones que lleva a cabo con empresarios, de entregar dólares para importar a cambio de subas moderadas de precios, podría consolidar la estabilización de la inflación.

“La clave para el primer trimestre es que el gobierno logre evitar que las presiones sobre el paralelo se trasladen a precio”, insiste Asiain. “Si lo logra, y la inflación se mantiene en los niveles de los últimos dos meses, es una señal de que se va a iniciar un año con una inflación más estabilizada que la de 2022. Sería un escenario muy positivo para el gobierno, con una inflación del 80% anualizado”, agrega.

Para Juan Pablo Costa, economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el gobierno viene devaluando el tipo de cambio oficial a una tasa similar a la de la inflación. Pero la brecha “genera expectativas inflacionarias, una presión del mercado para aumentar el tipo de cambio oficial con lo cual esas presiones muchas veces pueden ir a precios”, señala. Al igual que Asiain, Costa observa que la falta de acceso a los dólares para importar puede agregarle presión a los precios: “Como las importaciones no autorizadas deben pagarse con el dólar financiero, aumenta la incidencia de esos dólares en la formación de precios internos”.

Con todo, Costa destaca un “cambio cualitativo” en el fenómeno inflacionario: las subas de los alimentos y bebidas y los textiles, dos componentes esenciales de la canasta básica, fueron menores que el índice general, tanto en noviembre como en diciembre. “Empiezan a desacelerar su dinámica inflacionaria. Esto es al revés de lo que pasaba antes, cuando estos eran dos de los rubros que más impulsaban la inflación”, agrega. «