Para los representantes gremiales de ATE-INDEC se trata de una medición cuyo propósito es el de ofrecer a los sindicatos un parámetro válido para la defensa en paritarias de un salario mínimo capaz de dar respuesta a las necesidades elementales de una familia tipo con dos hijos. Con todo, aclaran, “se trata de consumos mínimos pero no de ‘óptimos’ ni ‘deseables’”.

La medición se realiza con los insumos oficiales que surgen de los relevamientos del propio organismo. Los trabajadores construyen esa canasta integrada, a su vez, por una canasta mínima alimentaria (que llegó a $8.741 en marzo) y otra canasta de consumos mínimos ($19.525) que incluye ítems como limpieza, esparcimiento, materiales escolares, entre otros.

La construcción se realiza sobre la base de las actualizaciones que surgen de los propios relevamientos del organismo tales como la Encuesta de Gasto de los Hogares, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) y las Paridades de Poder de Compra del Consumidor (PPCC), previos a la intervención que sufriera el organismo durante la gestión de Guillermo Moreno como secretario de Comercio. Además, se nutren de la composición de la canasta que desarrolla la Dirección de Estadísticas de la CABA.

El informe se presenta por regiones siendo el GBA donde el costo es el más elevado (los mencionados $28.267) mientras que en la Patagonia se necesitan $27.576; en la región pampeana $25.903; en el NOA $25.581; en el NEA $25.149 y en Cuyo $24.832.

Según se desprende de los datos del informe de Evolución de la distribución del ingreso de la EPH del cuarto trimestre de 2017 publicado hace pocos días por el INDEC, aproximadamente el 65% de los hogares reunía menos de $28.417 por mes.