El valor de la tonelada de aluminio llegó a los U$S 2.716,75 el viernes pasado, en medio de la escalada de la crisis política en Guinea-Conakry, uno de los mayores exportadores mundiales de bauxita, la roca que es fuente del aluminio.
La tensión desembocó el domingo en un golpe militar comandado por el teniente coronel Mamady Doumbouya, que rápidamente intentó serenar a los empresarios y les pidió que sigan adelante con sus actividades además de asegurarles la apertura de las fronteras al comercio.
En una economía extremadamente sensible a los precios internacionales como la Argentina, la incertidumbre política del país africano y la fuerte alza del valor del aluminio del último año, encendieron las alarmas rápidamente.
El metal forma parte de los insumos que compra la industria, por ejemplo la del envase, que después le vende sus productos a las fábricas de alimentos.
El titular de Industriales Pymes Argentinos (IPA), Daniel Rosato, quien recientemente definió la presión de esos proveedores como “un empuje desestabilizador” advirtió a Tiempo que la posibilidad de que la suba mundial impacte en los precios argentinos es clara en el caso de los alimentos.
El aluminio es uno de los insumos clave de ese sector de la producción local porque se utiliza en envoltorios, cajas y latas, entre una larga lista de otros artículos. Además, es un ámbito de la producción que atraviesa un período de distanciamiento forzado con las autoridades políticas. El eje de esa diferencia son los constantes aumentos de los precios de las góndolas. En la Argentina, existe una única fábrica de aluminio, Aluar, ubicada en Puerto Madryn.
Los industriales se defienden argumentando que no hay condiciones macroeconómicas favorables y atribuyendo buena parte de los aumentos a la presión tributaria y a los controles de precios que instrumenta el Poder Ejecutivo. Un factor importante es la posición dominante de un grupo reducido de grandes empresas que controlan el negocio no solo de los alimentos sino también de otros productos de primera necesidad como la industria del tocador y la de limpieza, personal y del hogar.
Pero, fundamentalmente, Rosato señaló que el aumento del precio internacional del aluminio impactará en la industria de la construcción, que pasa por un buen momento, alentada en buena medida por la obra pública en el contexto del año electoral. Además este lunes el Gobierno relanzó el programa Precios Cuidados de la construcción con 89 productos de 30 empresas líderes del mercado local con la intención de incentivar la pequeña obra privada como la refacción hogareña.
En particular, según el titular del IPA, el problema del aluminio pegaría en la fabricación de aberturas, y en el sector metalúrgico, en relación a los fabricantes de bienes de capital.
Si finalmente se produce el traslado del precio internacional a los productos que se venden internamente, la suba del aluminio se combinará con los fuertes aumentos internacionales de los alimentos que se vieron en agosto pasado complicando el panorama de la inflación local.