El optimismo volvió a reinar en los despachos oficiales luego de que el Indec difundiera en la última semana sus informes sobre actividad del sector industrial y de la construcción. Pero si bien los números dejan algún margen para pensar que la salida de la crisis no está lejana, la mayoría de los empresarios consultados creen que no habrá una mejora nítida al menos hasta después de las primarias convocadas para el 11 de agosto.
El disparador fue el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) correspondiente a mayo, que reflejó una baja de 3,4% con relación al mismo mes del año pasado. A pesar de esa caída interanual, la novena consecutiva, en el gobierno rescataron que la comparación con abril, luego de aplicarse la desestacionalización de rigor, arrojó una suba de 2,3%. “La caída interanual es porque la comparación se hace con niveles altos del índice, cuando recién comenzaba la recesión; pero fue bastante menor a las de marzo y abril. Además, los permisos para la construcción de obras privadas, que suelen anticipar la dinámica del sector, tuvieron el mayor valor desde mayo de 2017. Creció mucho la demanda de los bienes relacionados con el inicio de obra, como hormigón, yeso y cemento portland”, dijeron voceros del Palacio de Hacienda.
Sin embargo, el informe cualitativo que realiza el Indec muestra la otra cara de la moneda. Un 50% de las grandes empresas encuestadas que realizan obras privadas prevé que su actividad disminuirá en el trimestre junio-agosto, principalmente por la menor actividad económica, la inestabilidad en los precios y los atrasos en la cadena de pagos. Sólo el 10,4% estima que tendrá más trabajo, mientras que el 39,6% cree que no habrá cambios. Entre las firmas que ejecutan obra pública, la mirada escéptica trepa al 52,8% y apenas un 2,8% cree que el trimestre siguiente será mejor.
En materia de empleo, el Indec refiere que las expectativas de los empresarios de la construcción son pobres. De las que realizan obras particulares, 35,4% cree que su plantel de trabajadores disminuirá y sólo 16,7% prevé un aumento, mientras que el resto no espera cambios. Entre las que trabajan para el Estado la situación es peor: sólo el 2,8% espera incorporar gente, mientras que el 56,9% de las empresas cree que su plantilla se reducirá.
Industria en problemas
La necesidad del gobierno de presentar números positivos también se extendió al Indice de producción industrial manufacturero (IPI), que ya lleva 13 meses en retroceso. El de mayo reveló una caída interanual de 6,9%. Pero Hacienda se aferró a que el dato de variación desestacionalizado creció 0,6% sobre abril. «Ya tenemos un aumento de 6,0% contra el piso de la serie, que se vio en diciembre», dijeron fuentes de la cartera que dirige Nicolás Dujovne. Claro que ese criterio también es muy selectivo, porque la misma serie revela que en los últimos 12 meses el sector se achicó 7,5%.
Las respuestas de los propios industriales citados por el Indec tampoco son favorables. Sólo el 17,1% espera una expansión de la demanda entre junio y agosto, mientras que el 41,7% cree que se contraerá. Por eso el 22,8% de los consultados planea ajustes de personal y el 70,3% lo mantendrá; sólo un 6,9% de las empresas espera que aumente su dotación de operarios. Esas opiniones son más compatibles con el 38,6% de capacidad ociosa de las fábricas, según el Indec reconoció en otro estudio, que con la ilusión del gobierno.
La discutible hipótesis de que la industria está en vías de recuperación es respaldada por el estudio Orlando J. Ferreres & Asociados, que advirtió «una clara desaceleración en la caída de la actividad» y sugiere «que el piso de la recesión ha quedado atrás». Sin embargo, su índice industrial, que en julio de 2017 se ubicaba en 171 puntos, en mayo se encontraba en 153. Esto sugiere que el repunte, si se produce, partirá desde bases muy bajas.