Cuando lanzó el Plan 1 Millón, el presidente Mauricio Macri prometió un boom de actividad para los autopartistas nacionales. ¿Se está cumpliendo?
La realidad es cruda. Los proyectos se vienen atrasando y las autoridades, como el público, caen en una falsa impresión. Una cosa es lo que se vende y otra cosa, lo que se fabrica. Estamos lejos de la meta de contenido nacional y el gobierno participa de esto: renovó el flex con Brasil hasta 2020 y no presiona a las automotrices. Tendrían que meter mucha más presión.
El plan propone varias fases de desarrollo. ¿Se cumplió alguna?
La primera es la de las políticas de competitividad. Pero el gobierno es muy gradual para la baja de impuestos y muy brusco para la suba de tarifas. Después hay un tema cambiario financiero. No se puede pagar una tasa del 28% con un objetivo inflacionario del 15%. El tipo de cambio no necesariamente se traduce en inflación. Una economía no puede ser sólo de servicios. El gobierno cree en el libre mercado pero hoy eso es una antigüedad. Los mercados ya no se manejan así, si no miremos la resistencia de la UE.
Entonces, más allá de planes particulares, el problema es que el gobierno no acierta con la macroeconomía.
Claro. El 50% del costo argentino se explica por el tipo de cambio y por las cargas impositivas. Para nosotros el tipo de cambio está atrasado mínimo un 25%. Y, después, la reforma tributaria salió pero no tiene impacto.
Otro objetivo del plan automotor tiene que ver con el empleo e incluye también a las autopartistas, ¿qué futuro le ve?
Yo creo que el pico de baja ya lo tocamos en 2016 y 2017 porque Brasil tocó fondo. En Taranto nunca vivimos dos años de baja así. Yo creo que en los próximos dos años tiene que haber recuperación del empleo, por más automatización o robotización que haya.
Esta semana el gobierno se cruzó verbalmente con los industriales. Les pidió que inviertan y que no lloren. ¿Cómo lo tomó?
Los industriales estamos todos heridos con eso. No merecemos que se nos trate de esa manera. Es una falta de respeto. Y la detención de (el expresidente de la UIA, Juan Carlos) Lascurain es muy rara. Cuando vi la noticia no lo podía creer. No digo que esté relacionado con el cruce verbal, pero Lascurain era amigo del kirchnerismo. Yo no creo que haya cobrado por una obra que después no hizo. Los conceptos para con los industriales fueron muy bruscos, nos golpearon el hígado. «