Contador público de profesión pero conocido por sus investigaciones históricas, políticas, sociales y económicas, Norberto Galasso ha sido uno de los intelectuales que acompañó con más énfasis los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. En su último libro, Triunfo buitre: la deuda externa argentina de los Kirchner a Macri, realiza una crónica sobre el endeudamiento público en los último 15 años.
Varios libros recientes investigan la deuda pública. ¿Surge el interés por discutirla?
Es una necesidad porque la deuda pública es una de las cuestiones de las que el sistema ha logrado desviar la atención respecto de la importancia que tiene. El lanzamiento de una deuda a 100 años por parte del actual gobierno es un escándalo, sin embargo el tema no está instalado. Esto viene de antes, por ejemplo, el esfuerzo enorme que hizo Alejandro Olmos, que intentó llevar al Congreso nacional el debate sobre la deuda, no tuvo la repercusión que merecía. En definitiva, me da la impresión de que el público que va a votar ahora no juzga el aumento de la deuda hecho por Mauricio Macri como un aspecto trascendental; gran parte de la clase media solo se fija si las autoridades arreglaron el Parque Chacabuco o si las veredas están en condiciones. Miran hechos concretos a pesar de que este sector está profundamente perjudicado por el aumento de los precios; no tiene la comprensión profunda de lo que significa la deuda.
Sin embargo, el cuestionamiento de la deuda externa ha estado en boca de los más diversos sectores.
Se ha hablado muchísimo sobre la deuda y sin embargo no se ha logrado insertar el tema como corresponde. Algo semejante sucede con la inflación: después de la última híper y de la campaña que se hizo desde diciembre de 2015, es una palabra maldita. Si uno dice que para que haya crecimiento tiene que haber un poco de inflación, hoy puede pasar por loco porque está instalado que la inflación equivale a la destrucción del país. Pero no ha pasado así con la deuda, a pesar de que desde 1824 es un elemento constante de nuestra historia, salvo la deuda cero, de 1948, con el peronismo, y la disminución de deuda que lograron los gobiernos de Hipólito Irigoyen y Arturo Illia en sus mandatos.
¿Por qué cree usted que sube la deuda externa pública en el actual gobierno?
El déficit fiscal está estrechamente ligado a los intereses de la deuda. Este es un gobierno que está en manos de grupos oligárquicos transnacionalizados; lo primero que hacen como gobierno es eliminar las retenciones, eso genera déficit fiscal; al ingresar menos pesos por impuestos, el endeudamiento surge como una necesidad. Es un programa de gobierno en el que, por un lado, no aplican más impuestos a los ricos se los reducen- pero le quitan a los jubilados la gratuidad de los medicamentos, le quitan las pensiones a los discapacitados, les pelean el salario a los maestros.
En su libro usted menciona otra motivación, vinculada a los negocios personales de los funcionarios.
Cuando uno analiza el empréstito Baring Brothers uno se da cuenta de que fue negociado con piratas. Los pormenores del empréstito Baring demuestran que quizá hasta el entonces presidente Bernardino Rivadavia participó como comisionista. Ahí aparecen los intereses personales. En el actual Gabinete hay varios ministros y secretarios que hasta su nombramiento en la función pública hicieron carrera en los bancos internacionales y en el mundo financiero especializado en endeudar países.
¿Qué se debe hacer con la deuda?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que es una estafa, tanto la primera deuda externa que el presidente Perón llevó a cero, como la que se generó posteriormente con el Fondo Monetario, el Club de París y todo lo demás. Creo que hay que unir a América Latina como condición fundamental para tener la fuerza suficiente como para enfrentar los posibles problemas que tenga Estados Unidos. Sin unidad de la patria grande es muy difícil adoptar una política que implique un enfrentamiento con los acreedores. Tenemos la experiencia con los fondos buitre, a los que el gobierno de Cambiemos decidió pagarles en un contexto de cambios políticos en la región. A la gente hay que decirle que la deuda externa entra en su casa cuando tiene un tarifazo o se resiente un servicio básico.«
«Fui cambiando de opinión»
Galasso trabajó con Alejandro Olmos y compartía su posición de que antes que pagarla, había que investigarla. Pero luego, ya con el kirchnerismo en el poder, varió de posición y respaldó el pago de la deuda.
«En mi cambio de opinión incidieron dos factores. De un lado, la aparición de Néstor Kirchner, un paracaidista, que tenía una gran aversión al Fondo Monetario y que recogía, quizá, lo mejor de la tradición del peronismo. El otro factor fue que una posición de impugnación de la deuda hubiera significado un gran sufrimiento del pueblo, un bloqueo. Estimaba que no había que pagar la deuda, sino que había que discutirla, auditarla y analizarla profundamente. Pero en las condiciones en que asumió Néstor Kirchner, que debía negociar con los sindicatos, con el movimiento piquetero, con el de derechos humanos. Era muy difícil, casi imposible, para el gobierno tomar una posición de no pago e investigación, así que había que tratar de negociar sobre la base de una quita muy importante de la deuda.»
Galasso continuó: «Este cambio de posición me valió duras críticas de algunos de los que habían estado conmigo hasta ese momento, pero creo que había que adoptar una actitud de acuerdo con las posibilidades».