El abrupto recorte del déficit fiscal que llevó adelante el gobierno de Javier Milei, motosierra y licuadora mediante, parece condición necesaria pero no suficiente para que los mercados miren con optimismo la situación argentina. Así lo dejaron traslucir desde la calificadora de riesgos Moody’s, una de las evaluadoras cuyos puntos de vista son consultados por los principales inversores a la hora de definir dónde colocar sus activos.
Jaime Reusche, vicepresidente y analista líder de Moody’s Ratings, explicó que por ahora no habrá cambios en la calificación para los títulos de la deuda argentinos, que seguirán en la categoría “Ca” (extremadamente especulativa), una de los más bajas de la escala. “Nosotros reconocemos el gran esfuerzo fiscal y la eliminación gradual de los controles de cambios, sentando las bases para una eventual eliminación del cepo. Pero quedan muchas dudas sobre la balanza de pagos, que es donde no vemos un ajuste”, dijo el hombre fuerte de la calificadora para América Latina.
En su opinión, el problema está en que siguen saliendo dólares de la economía argentina, lo que dificultará los pagos de la deuda para el año próximo. “Se esperaba un ajuste en reducción de importaciones y salida de divisas. Esa sigue siendo la pata débil de este programa de ajuste. Los flujos y stocks contienen mucha incertidumbre sobre si es sostenible seguir cumpliendo con los compromisos de deuda. Por eso seguimos proyectando la posibilidad de algún tipo de reestructuración de la deuda”, dijo Reusche en diálogo con el periódico especializado El Cronista.
El mismo ejecutivo puso en duda que el Fondo Monetario Internacional vaya a auxiliar al gobierno con dinero fresco en un eventual nuevo convenio, teniendo en cuenta la sobreexposición del organismo con Argentina: ya le prestó U$S 44 mil millones y tuvo que apelar a un acuerdo de facilidades extendidas por el mismo monto para disfrazar la refinanciación de esa deuda. Mediante ese artilugio, los primeros pagos de capital, previstos para 2022, quedaron postergados a 2026.
Los temores de Reusche se explican a partir de la desaceleración del superávit en la balanza comercial, que si bien todavía es elevado (U$S 888 millones en octubre, según informó el Indec) equivale a menos de la mitad del promedio de todo 2024 (U$S 1.595 millones mensuales). De la misma manera, el balance cambiario arrojó un déficit de U$S 700 millones en septiembre, de acuerdo a las estadísticas del Banco Central.
Las especulaciones sobre un posible canje de deuda se incrementaron a partir del DNU 846/24, con el que el gobierno flexibilizó los requisitos para una eventual reestructuración, dejando sin efecto la obligatoriedad de conseguir mejoras en plazos, tasas de interés y/o capital a devolver que impone la Ley de Administración Financiera.
Sin embargo, el ministro de Economía, Luis Caputo, despejó cualquier temor sobre un posible incumplimiento de los pagos más próximos, en particular el vencimiento de capital e interés de los bonos soberanos que se registrará en los primeros días del año próximo. “Se pagarán los cupones de amortización e interés en enero y no se saldrá al mercado, independientemente del nivel de riesgo país. Son más de 4 mil millones de dólares que inversores recibirán y probablemente querrán reinvertir en riesgo argentino”, expresó con optimismo en sus redes sociales.