Las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA), la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) celebran este jueves 5 de diciembre un paro nacional contra los despidos masivos en la Administración Pública y frente a la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores.

Antes del mediodía, el asfalto caliente de Plaza de Mayo ya recibía a los primeros manifestantes. Detrás de una bandera verde, el Smata era la primera gran columna. «Esta foto también era necesaria hace 10 años«, opinaba un militante mientras repasaba las caras: Hugo Yasky, Hugo Godoy, Adolfo Pérez Esquivel, Angélica Graciano, Rodolfo Aguiar eran algunos de los rostros de una muestra de unidad de las CTA antes de llegar a Casa Rosada, el punto de confluencia para los reclamos dirigidos al Gobierno Nacional.

Sobre Avenida de Mayo, marchaban también los estatales y jubilados. Las organizaciones sociales también sumaban sus consignas para frenar «el ajuste brutal del Gobierno de Javier Milei». Los docentes cantaban: «Llamen al gorila de Milei para que vea que el pueblo no cambia de idea y pelea pelea por la educación» era el hit en la columna educativa.

Foto: Eduardo Sarapura

Los sindicatos lamentaron que la Confederación General del Trabajo (CGT), principal organización sindical del país, no se adhiera a este paro, criticando su posición más dialoguista con el Gobierno de Milei, a pesar de las amenazas en las últimas semanas de su secretario general saliente, Pablo Moyano.

La protesta es «Por una Argentina sin hambre, con paz, justicia social y soberanía«. La convocatoria se dio en las principales ciudades de Argentina y no se limita solamente a estos tres sindicatos, sino que se sumaron representantes del sector industrial o judicial, lo que generó una jornada de convocatoria «masiva».

«Convocamos a todas las fuerzas a ser parte de ello no solamente para que podamos destruir esta experiencia de gobierno, sino también para continuar con los esfuerzos de una patria sin hambre, con producción y trabajo, y con propuestas para construir una nueva experiencia que recupere la esperanza de nuestro pueblo», apuntó la secretaria general adjunta de ATE, Mercedes Cabezas,

Entre las reclamaciones de los sindicatos figuran la inmediata reincorporación de los trabajadores despedidos, la derogación de las políticas «que promueven el desguace del Estado y la precarización laboral», un aumento salarial que recupere el poder adquisitivo de los trabajadores y un cambio en la orientación económica del gobierno, «que priorice la producción, el empleo y la justicia social».

Además, uno de los asuntos calientes de la última semana es la puesta en marcha de los exámenes de idoneidad a los que se enfrentarán más de 40.000 empleados públicos para mantener su contrato en la Administración. Este asunto ha sido de gran polémica principalmente entre los sindicalistas de ATE, que han exigido al Gobierno su anulación, en una misiva enviada un día antes del paro.

«No nos quieren evaluar sobre nuestras capacidades, lo que quieren es seguir estigmatizando el empleo público», ha denunciado el secretario general de la ATE, Rodolfo Aguiar, uno de los firmantes de la carta en la que se acusa al Gobierno de Javier Milei de «asedio permanente» al Estado y de poner en marcha instrumentos destinados a perjudicar a los trabajadores de la Administración.

Las organizaciones sociales concentraron en avenida Belgrano e ingresaron a la Plaza de Mayo por diagonal sur. Nicolás Caropresi de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) explicó que la jornada nacional de lucha por pan, paz y trabajo se realizó “en un contexto donde el ajuste para los de abajo está siendo cada vez más duro”.

“El gobierno sale a festejar el valor de los bonos, de los supuestos valores de la macro y la motosierra, todo esto con el costo de la recesión más grande que tuvo la Argentina”, agregó Caropresi. Y argumentó: “Cada día más gente se acerca a la fila de nuestros comedores a pedir alimento, cada vez más niños y jubilados se apersonan en la fila de nuestros comedores para intentar garantizar un plato de comida”.

En ese camino, remarcó que en el gobierno «tienen un claro objetivo que es destruir la organización popular”, dijo. Y contraatacó: “Nosotros tenemos la tarea, el deber, de convertirnos en el abrazo que va a recibir a todo el que viene sufriendo esta política y desde ahí organizar la bronca para hacer fracasar este programa de gobierno”.

Por su parte, Eduardo Belliboni, del Polo Obrero, que marchó sobre diagonal norte junto a otras organizaciones sociales y políticas, que la movilización se realizó por la vuelta de la comida a los comedores populares, algo que consideró «innegociable», y por aumento en los programas sociales: «están congelados en 78 mil pesos”, explicó.

En ese sentido, el dirigente social explicó que el reclamo es el del establecimiento de “una especie de IFE para el conjunto de la población que ha sido golpeada salvajemente por esta política económica, que ha sido muy perjudicada por la baja de salarios, por la pérdida de puestos de trabajo”. Y completó: “En definitiva, una ayuda, un ingreso familiar de emergencia para que las familias puedan pasar un poquito mejor las fiestas”, dijo.