El Fondo Monetario Internacional alertó sobre el daño que pueden causar a la economía los ajustes fiscales carentes de “un diseño cuidadoso” y sin “apoyo público” como receta para bajar la inflación y pagar las deudas contraídas. La advertencia está contenida en un paper difundido este martes, en el que se alerta sobre el incremento de la deuda global de los países.
El documento se titula “La deuda pública global probablemente sea peor de lo que parece”. Allí se hace hincapié en que después de la pandemia el nivel de endeudamiento de todos los países se elevó notoriamente, hasta alcanzar el 93% del PBI mundial, y que seguramente seguirá en ascenso en los próximos años.
Lejos de toda heterodoxia, el artículo propone la receta de siempre del FMI: el ajuste fiscal para contener los riesgos de un default de la deuda. “Retrasarlo sería costoso y arriesgado, ya que la corrección requerida aumenta con el paso del tiempo”, señala. Pero también le pone límites al marcar que “la elección de las medidas fiscales es importante porque los impactos no son iguales” en todas las economías y que “se necesita una combinación sensata de medidas fiscales centradas en las personas y en el crecimiento, y ésta variará según los países”.
Sin ser mencionado en ningún momento, el presidente Javier Milei parece ser el destinatario casi perfecto de todas las sugerencias. El texto especifica que “las economías de mercados emergentes y en desarrollo tienen un mayor potencial para movilizar ingresos tributarios, ampliando las bases impositivas y mejorando la capacidad de administración de ingresos”, en sentido contrario a las rebajas de Bienes Personales y el mantenimiento de otros beneficios a sectores concentrados que el gobierno viene poniendo en práctica.
El paper también detalla la conveniencia de ir “fortaleciendo las redes de seguridad social y salvaguardando la inversión pública para respaldar el crecimiento a largo plazo”, algo contrario a los recortes en jubilaciones, prestaciones médicas y en el financiamiento a las universidades que viene poniendo en práctica el gobierno libertario.
“La velocidad también importa. Nuestro análisis sugiere que un ritmo de ajuste medido y sostenido aliviaría los riesgos fiscales, al tiempo que limitaría el impacto negativo sobre la producción y la desigualdad”, menciona el texto en una advertencia aplicable al presidente que se jacta de haber puesto en práctica en apenas 10 meses “el ajuste fiscal más grande en la historia de toda la humanidad”.
El análisis lleva la firma de Era Dabla-Norris, Davide Furceri, Raphael Lam y Jeta Menkulasi, que forman parte del staff de economistas del FMI. Fue publicado en el blog del organismo, donde se realizan aportes y contribuciones teóricas sobre temas de actualidad. La duda es si el Fondo será consecuente con esas recomendaciones o si la importancia geopolítica de la Argentina, con un presidente ultraderechista en una región donde las en las últimas elecciones ganaron las centroizquierdas (México, Brasil, Chile), hará dejar de lado esas observaciones.
Advertencias
Desde que asumió Milei, el Fondo reiteró sus comentarios sobre la importancia de “tomar medidas para proteger a los sectores más vulnerables” de la sociedad, como también de asegurar el adecuado apoyo respaldo político al plan de reformas.
Aunque ambos factores no figuran en la lista de prioridades de la gestión libertaria, giró U$S 5500 millones en lo que va del año y todavía tiene pendiente un último desembolso de U$S 1100 millones que se efectivizaría en algunas semanas más, luego de una última revisión de las cuentas nacionales.
El futuro de la relación entre Argentina y el FMI es difuso. El programa en vigencia finaliza a fin de año y si bien el gobierno aspira a recibir fondos frescos, tampoco quiere someterse a nuevas exigencias de levantar el cepo cambiario y devaluar.
En Washington tampoco quieren hacer muchas olas hasta saber quién será el nuevo ocupante de la Casa Blanca (cuyas opiniones son tenidas muy en cuenta por el directorio de la entidad) y qué importancia le dará a la relación con Javier Milei. Con ese panorama, toda negociación está parada al menos hasta saber el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en tres semanas.