A medida que la marcha de la economía muestra cada vez con mayor estridencia sus contradicciones, y eso repercute en un sostenido enfriamiento, el ministro Sergio Massa profundiza su pragmatismo, un eufemismo para definir un camino cada vez más cercano a la ortodoxia económica y las demandas del capital concentrado que opera en el país.
El aplauso que recibió Massa en el encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), fue toda una señal. El titular del Palacio de Hacienda venía hablando de los ejes de su programa de recuperación, básicamente más facilidades para la producción extractiva y las exportaciones primarias, cuando reiteró que su objetivo básico es dar seguridad jurídica porque el Estado significa continuidad: “Cerramos segundo trimestre, vamos a cerrar tercer trimestre y vuelvo a reiterarles que vamos con las metas del programa, tanto en materia de déficit como de acumulación de reservas, porque entendemos que, más allá de la opinión política que cada uno de nosotros pueda tener respecto de cómo se tomó el crédito y cuál fue el resultado de ese endeudamiento, los compromisos que toma un país no son de una fuerza política. Son de un Estado que es una continuidad, y quienes tenemos la responsabilidad de administrar, tenemos la obligación de hacer respetar y hacer cumplir la palabra que empeña nuestra nación en cada uno de los foros internacionales”.
La satisfacción empresaria tiene que ver con hechos concretos. El resultado fiscal de octubre es una muestra de cómo se está respetando el compromiso con el Fondo Monetario. El déficit fiscal primario del décimo mes del año fue un 50,7% más pequeño que el del mismo mes de 2021, mientras que el déficit financiero (el primario más los intereses de la deuda) mostró una caída del 33,1% respecto al de un año atrás.
Con una inflación interanual del 88%, el gasto por el conjunto de las prestaciones sociales solo subió un 70,5%. El grueso de ellas, compuesto por las jubilaciones y pensiones, lo hizo en un 76,2%. Y otros programas sociales (que incluye al Potenciar Trabajo) lo hizo en un escaso 56,2%.
La reducción del gasto tiene otras dos patas. En el caso de los subsidios, los destinados a cubrir el consumo de energía subieron un 60,7% y los del transporte apenas un 17,7%. Y en el de las transferencias a las provincias, las partidas mostraron un crecimiento de entre el 50 y el 70% interanual.
Beneficios e inflación
Al día siguiente de su presentación en el Cicyp, Massa anunció un nuevo beneficio para el capital concentrado que, incluso, podrían tener como correlato una mayor presión inflacionaria.
El dólar soja 2 implica un nuevo festival en favor de las cerealeras, que fueron las grandes ganadoras del dólar soja 1. Pero esta versión del tipo de cambio diferencial incluye otro beneficio: la reducción de dos puntos de las retenciones a la harina y el aceite de soja, lo que significa una fuente extra de ingresos de unos U$S 4000 millones en un año, según los productores representados por la Mesa de Enlace.
Esos dos puntos de retenciones iban a financiar el fideicomiso del trigo para mantener bajo control el precio del pan. La eliminación del fideicomiso puede significar la señal de largada para la aceleración de la carrera de precios en la harina de trigo, con su impacto en el pan y los demás productos farináceos.
Por otro lado, el esquema de un dólar especial para la liquidación de la soja implica la emisión de una mayor cantidad de pesos que en parte irán a cubrir gastos operativos de cerealeras y productores y, en parte, a la dolarización de activos porque esta medida no desactivará la presión devaluadora que cada vez gana más adeptos entre los empresarios y los economistas que los representan.
El FMI acepta como mal menor el desdoblamiento cambiario, porque teme los efectos devastadores de una devaluación en regla. «