El gobierno de Cambiemos abandonará el poder en apenas diez días.
Allá por octubre de 2015, el todavía candidato a presidente prometió ante un auditorio de mil empresarios reunidos en el Coloquio de Idea, crear 2 millones de puestos de trabajo durante los cuatro años que duraría su hipotética gestión.
Los resultados no pueden estar más lejos de aquel pronóstico.
Un retroceso de una década
Los índices de desempleo ya llegan, según el último informe del Indec, del segundo trimestre de 2019, a un 10,6% de la población económicamente activa (PEA), cuando en el mismo período de 2017 el porcentaje alcanzaba a un 8,7 por ciento.
Según el último dato publicado por la gestión de Cristina Fernández, aunque cuestionado por la presunta manipulación, en el tercer trimestre de 2015 el desempleo afectaba a un 5,9% de la PEA.
Tomando en cuenta ese dato, se trata de 930 mil desempleados nuevos en un período de apenas cuatro años.
Los datos del segundo trimestre de este año, más confiables, reflejan la existencia de 2,1 millones de personas que no tienen trabajo y que lo buscan activamente.
Pero el jueves se conocieron los datos oficiales de septiembre que difunde la Dirección de Estadísticas de la Secretaria de Trabajo de la Nación basados en los registros del Sistema Integral Previsional Argentino (SIPA) que surgen de los aportes que realizan las empresas, cada mes, a la AFIP.
Allí se refleja la evolución del empleo registrado bajo sus diversas modalidades. Desde aquellos trabajadores que se desempeñan en blanco en empresas privadas, pasando por los trabajadores registrados del sector público hasta los monotributistas, autónomos y empleados de casas particulares. El dato no abarca todo el universo del empleo en la Argentina pero sirve para reflejar el proceso de precarización y el impacto de la recesión en la estructura productiva nacional. El informe además muestra por primera vez el impacto de la fuerte devaluación del peso luego de las PASO.
De conjunto, y en términos absolutos, desde diciembre de 2015 a septiembre de 2019, los puestos de trabajo registrado se incrementaron en 90.700.
Se trata de una suba del 0,8% en cuatro años que, en términos reales, y tomando en cuenta el incremento de la población proyectado por el Indec -que en estos cuatro años fue del 4,19%-, implica en realidad una caída del empleo registrado de alrededor de 41 mil puestos, equivalentes a un retroceso del 3,3 por ciento.
Empleo en blanco, retroceso
La evolución en los puestos de trabajo no presenta un comportamiento homogéneo. Si se analizan en forma desglosada surge que, por ejemplo, en el sector privado se destruyeron 204 mil puestos de trabajo registrados. Si la estimación se ponderara en función del crecimiento vegetativo de la población la caída equivaldría a 230 mil empleos. Si la comparación se realizara con relación al pico de empleo alcanzado en marzo de 2018, la caída absoluta alcanza los 280 mil puestos.
En el otro extremo y a contramano del discurso imperante en la lógica de la reducción del gasto y a pesar de los más de 40 mil despidos de empleados públicos nacionales que se produjeron en los primeros meses de 2016 y que dieron luz verde a las cesantías en el sector privado, en el balance de la gestión surge que el empleo público registrado en todos los niveles de la administración se incrementó en 76.100 puestos.
Pero además, los asalariados de casas particulares crecieron en 58.100.
Posiblemente sean el resultado de un proceso de blanqueo de empleo preexistente (existen beneficios impositivos para quienes así lo hagan) y no por la generación de empleo genuino toda vez que la caída del consumo de la clase media no se condice con una supuesta contratación de empleo doméstico.
En la misma línea, se produjo un salto en los trabajadores monotributistas que se incrementaron en 165.900. En el marco de la destrucción del empleo registrado, la cifra indica un proceso de precarización laboral como parte de una reconversión del empleo. Los trabajadores autónomos cayeron en 12 mil y los monotributistas sociales crecieron en 6400.
La industria a la cabeza
Con todo, a la hora de analizar la pérdida de puestos registrados en forma desglosada, también surge una distribución desigual del retroceso en virtud de los distintos sectores de la economía. De hecho, durante la gestión de Cambiemos, la industria manufacturera resignó el primer puesto en la creación de empleo en manos del sector de comercio que, muy afectado por la caída del consumo y soportando una caída de 46.200 puestos, de todas formas, superó al sector industrial que retrocedió en 154.300 en cuatro años.
El 1.097.800 de puestos de trabajo industrial registrados en septiembre de 2019 representa el registro más bajo desde que, en enero de 2009, la Secretaría de Trabajo publica esos datos. De hecho, implica una pérdida de 174.200 puestos desde el pico de empleo industrial registrado en marzo de 2013.
Si se ponderara el retroceso por crecimiento vegetativo de la población, que para el Indec desde 2013 acumula un crecimiento del 6,48%, entonces, en términos reales, la pérdida de empleo industrial desde marzo de 2013 alcanzaría los 265.600 puestos.
La recesión y los cierres en la raíz del problema
El derrumbe de la economía, claro, representa el origen de la destrucción del empleo registrado.
Según datos del Indec, entre el cuarto trimestre de 2015 y el segundo de este año el PBI acumuló una caída del 4,25 por ciento.
Según los datos del SIPA, entre diciembre de 2015 y septiembre de este año, 22.450 empresas dejaron de realizar aportes de lo que se infiere la posibilidad de que hayan cerrado sus puertas.
Se trata de un promedio de trece firmas por día. De ese total 4975 corresponden al sector manufacturero. Por su parte, el sector comercial, que refleja la dinámica del mercado interno, aportó 6057 cierres y el sector de transporte 5690.
Si a esta situación se le añade la pérdida del poder adquisitivo del salario, el retroceso del sector productivo propio del modelo de Cambiemos recayó especialmente sobre la espalda de los trabajadores. «
Leve mejora en las expectativas empresarias
Según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que releva la Secretaría de Trabajo, sobre una muestra de 3300 empresas de diversos tamaños, mejoraron, aunque levemente, las expectativas de incorporación de trabajadores para los próximos tres meses.
En rigor, la encuesta de septiembre registró el porcentaje más alto de intención de no variar la dotación de trabajadores. Así lo aseguró un 92,5% de los encuestados.
En tanto, un 4% aseguró que incrementará su personal mientras que un 3,5% planifica reducir su dotación. De esta forma, el saldo dio positivo en un 0,5 por ciento. Se trata de uno de los cuatro meses con resultados positivos de los últimos catorce. Con todo, según los propios especialistas, para sostener la existencia de un mercado laboral estable es necesario que ese indicador se ubique entre un 3 y un 6 por ciento positivo.
El salario real privado cayó un 19,3% desde 2015
El informe de la Dirección de Estadística de la Secretaría de Trabajo basado en datos del SIPA conocido en la semana que pasó también dio cuenta de la evolución del salario de los trabajadores registrados del sector privado.
Según el relevamiento, la mediana del salario bruto (medida similar al promedio, pero que desestima los valores extremos), se ubicó en septiembre de 2019 en $ 37.486 mientras que el promedio llegó a $ 47.571.
El mismo informe da cuenta de la evolución del salario desde el mismo mes de 2014. Si se toma el dato de septiembre de 2015, que permite analizar a valores comparables lo acontecido durante la gestión de Cambiemos, y tomando en cuenta el Índice de Precios al Consumidor de la Dirección de Estadísticas de la CABA (el Indec discontinuó el estudio en 2016 para revisar la metodología luego de la intervención) que acumuló una suba del 279,75%, surge que la caída del salario real en le período acumula un 19,28 por ciento. Según la cartera laboral en el último año el salario real retrocedió un 3,9 por ciento..