El Banco Central saldría este mismo miércoles a iniciar el proceso de recompra de los bonos argentinos que anunció el ministro de Economía, Sergio Massa. La resolución conjunta 1/23 de las secretarías de Finanzas y Hacienda autoriza a utilizar hasta U$S 1.000 millones en esa operación, y se estima que en la primera etapa la adquisición será de unos U$S 300 millones.

El anuncio oficial causó un fuerte impacto en la cotización de esos títulos. Al inicio de la rueda, en Nueva York, los precios subían hasta un 11%, lo que da cuenta de la expectativa por una mayor demanda. De acuerdo a lo informado por Massa, será en los bonos globales de corto plazo, con vencimiento en 2029 y 2030, donde se concentrarán las adquisiciones. “Entendemos que ahí es donde tenemos que atacar para la mejor administración de la deuda, el perfil de la deuda y el perfil de vencimientos de la Argentina”, sostuvo Massa.

La concentración en esos bonos de corto plazo tiene un efecto adicional: son los más usados en las operaciones bursátiles de CCL (contado con liquidación) y MEP, que sirven para triangular y hacerse de dólares en efectivo a través de operaciones bursátiles. En los últimos días, ambos tipos de cambio se ubicaron por encima de los 360 pesos por dólar. Posicionarse en esos papeles podrá dar al Banco Central un rol importante en la fijación de su valor.

Desde el punto de vista contable, la operación es interesante porque le permitirá al Tesoro (que decidió la compra, aunque utilizará los servicios del Banco Central como su agente financiero) hacerse con títulos que cotizan a alrededor de un 30% de su valor nominal. Esto significa que se podrían disminuir las obligaciones del Tesoro para los próximos años en alrededor de U$S 3.000 millones.

Las divisas para la recompra podrán salir de las reservas que acumuló el BCRA en los últimos meses, gracias al pacto con el sector agroindustrial (el llamado “dólar soja”); al préstamo del BID, que giró U$S 700 millones sin condicionalidades, y al acuerdo con China para liberar unos U$S 5.000 millones del swap con el Banco Popular de ese país. Estimaciones privadas señalan que las reservas netas de libre disponibilidad del Central están algo arriba de los U$S 6.000 millones.

La demora en armar ese “colchón” privó de hacer una operación todavía más rentable, ya que los bonos soberanos vienen subiendo de manera sostenida, entre 11% y 18% en las últimas dos semanas. Como consecuencia de esa mejora en los precios, el riesgo país había bajado el martes a 1.881 puntos básicos, el menor nivel de los últimos siete meses. Sin embargo, en aquel momento, cuando el precio de los títulos era todavía más reducido, las reservas netas del BCRA tendían a cero.

En una entrevista concedida al portal El Cohete a la Luna y publicada el último fin de semana, Massa había adjudicado el precio tan bajo de los bonos en los últimos meses a “la curva de vencimiento de deuda, al no tener atractivos”. La referencia iba dirigida a que la tasa de interés que pagan esos papeles, que va creciendo al pasar el tiempo, arrancó en niveles muy bajos y las primeras amortizaciones recién están previstas a mediados de 2024, en el mejor de los casos. Por esa razón, en la visión del ministro, es muy posible que en los próximos meses vaya subiendo el interés del mercado por esos bonos, lo que significaría otro motivo para apurar la operación.

En el gobierno creen que además juegan con otro punto a favor para encarar la recompra: los requerimientos de divisas para 2023 serían menores de los fijados en el Presupuesto. En ese sentido apuestan a que la importación de energía no exigirá tantos recursos, en parte porque el precio internacional del gas licuado está bajando (producto de que el invierno europeo es más benigno de lo esperado y disminuyó la demanda) y en parte porque a mediados de año podría estar habilitado el gasoducto Presidente Néstor Kirchner, que permitiría aumentar el suministro desde Vaca Muerta.