El alza de los precios de la soja y de otros commodities agrícolas provocó una lluvia de dólares que regó las reservas internacionales del Banco Central. Mientras se procesan los números oficiales, se estima que la entidad logró comprar en mayo unos U$S 2.090 millones, con lo que elevó sus reservas a U$S 41.874 millones.
“El resultado de este mes en materia de compras de divisas del BCRA es el mejor para un mes de mayo desde que se llevan estadísticas oficiales”, precisó el analista y operador de cambios Gustavo Quintana. El total adquirido desde enero es de U$S 5.730 millones, cifra que no se registraba para los primeros cinco meses del año desde 2012.
Entre los motivos de tan elevadas cantidades se encuentra el alza de los productos del sector agroexportador. CEC y CIARA, las cámaras sectoriales, dijeron que las empresas del rubro liquidaron en mayo U$S 3.545,9 millones de dólares (un 82,2% más que en el mismo mes de 2020) y U$S 13.301,3 millones desde enero. “El saldo de exportación agroindustrial es reflejo del incremento de los precios internacionales de los commodities”, reconocieron en su informe mensual. El lunes, aun con bajas, la soja se vendía en los mercados internacionales a 561 dólares por tonelada, el trigo a 244 y el maíz a 258.
También influyó la obligatoriedad de liquidar las divisas impuesta por el BCRA y del otro lado del mostrador, las fuertes restricciones vigentes para su compra (el renombrado “cepo cambiario”). Con esos elementos, el Central quedó como comprador casi excluyente en el mercado oficial de divisas, con gran poder para fijar su precio. De esa manera reguló su incremento hasta dejarlo en 12,6% en lo que va del año, alrededor de diez puntos por debajo de la inflación interna. A eso se refirió la entidad en su último Informe de Política Monetaria, cuando anticipó que actuaría “adecuando el ritmo de variación del tipo de cambio para aliviar tensiones y preservar los equilibrios monetario y externo”.
Las compras permitieron que las reservas líquidas de la entidad (una vez descontados los encajes de los depósitos privados en dólares, el swap con China y los depósitos indisponibles del FMI) lleguen a los U$S 7.000 millones, según cálculos preliminares. Con eso el organismo tendría un buen colchón de margen para el tercer trimestre del año, cuando termine el período fuerte de liquidación de exportaciones y asomen previsibles tensiones cambiarias ante la inminencia de las elecciones.
La contracara de esta compra de divisas es la emisión que realizó el Central para su adquisición: unos $ 503 mil millones desde enero hasta el 24 de mayo, último dato oficial. Para reducir la cantidad de circulante en el mercado, que podría acelerar tensiones sobre los precios o los tipos de cambio alternativo, el organismo ofrece a los bancos que coloquen sus excedentes en Letras de Liquidez (Leliq) a cambio de un interés de 38% anual. En los últimos días surgió una alternativa: la entidad autorizó a los bancos a usar esos excedentes para comprar títulos públicos del gobierno de mediano a largo plazo (entre 180 y 450 días) y computar esos bonos como parte de sus encajes obligatorios. Aunque en la calle Reconquista reconocen que esa medida es expansiva, porque el Tesoro usará esos pesos para sus gastos corrientes, en la práctica reducirá el giro de adelantos transitorios con que se financiará el gobierno, con lo que en la práctica el efecto monetario, creen, será neutro.