En el año de las elecciones, las inversiones privadas podrían caer hasta un 15,5% como consecuencia de la desconfianza que genera en las empresas un marco económico con alta tasa de interés, inestabilidad cambiaria y la inflación con su consecuente impacto en el salario y en el consumo.
El dato se combina con el ajuste que realiza el gobierno en la inversión pública detrás de su objetivo de déficit cero y que anticipa un año complicado para la construcción y actividades afines.
Las consultoras que siguen la marcha de las inversiones privadas manejan pronósticos con una caída máxima del 15,5% y un promedio negativo del 7,2%, según un relevamiento de LatinFocusConsensusForecast (LFCF).
Los números chocan de frente contra los planes del gobierno de llegar a las elecciones con una economía en recuperación. La propia LFCF anuncia una caída del 6,5 por ciento. Y la única que vaticina inversiones en positivo es Orlando J. Ferreres & Asociados (OJF), que prevé un aumento de los desembolsos del 1,2 por ciento.
Pese al contraste con sus pares, Ferreres definió su pronóstico como bajo y aseguró a este diario que no afectará el repunte de la economía, que será consecuencia de una cosecha gruesa exitosa y de un crecimiento de la actividad industrial asociada a Brasil, «dos factores que van a explicar el alza a pesar de la caída de la inversión y de que la obra pública va a dar negativo».
En cambio, Leandro Ottone, economista del Instituto de Trabajo y Economía (ITE), planteó que «no hay un driver de crecimiento en el corto plazo y es altamente probable que ese problema se traslade a la inversión».
El ITE tiene un pronóstico de caída de entre el 6 y el 10% en el marco de una crisis que llegó para quedarse. Además de la construcción pública, prevé que caerá la privada residencial, atada a los ingresos, y empresarial, al crédito. De los otros sectores, el caso de la industria es peculiar: las fábricas están trabajando apenas con el 60% de su capacidad instalada, con lo cual «si la actividad se recupera lo más probable es que usen los recursos ociosos sin necesidad de invertir», señaló Ottone.
El único sector que aparece con posibilidades de invertir es el petrolero, pero el impacto sería acotado.
La Fundación Capital anticipa que las inversiones van a caer un 8% y le van a restar un punto y medio al PBI. «De este modo, el peso de la inversión en el producto continuaría reduciéndose, pasando del 20,4% en 2017 a menos del 19% en este año, retrocediendo a niveles de 2010, explicó la entidad que preside el economista Martín Redrado.
Las causas serán las tasas que «este año seguirán altas y encarecerán los costos de financiamiento con especial impacto en las pymes», que dan el 60% del empleo. Además, la fuente destacó que las empresas están expectantes frente a la posibilidad de un nuevo salto en el tipo de cambio.
Por su parte, la consultora Economía & Regiones, fundada por el ministro Rogelio Frigerio, destacó que la inversión «registrará una caída interanual superior a la pautada por el gobierno». Ello será porque, en parte, en los primeros nueve meses de 2018 la formación de capital fijo creció 1,7% «estableciendo una base de comparación alta», y otro tanto por el impacto de «la fuerte incertidumbre electoral».
¿No alcanza?
Esta semana el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central proyectó una recuperación paulatina de la economía a partir del primer trimestre de 2019. La impresión de los analistas es que una posible estabilidad de las tasas de interés y del dólar redundaría en una baja de la inflación y, por lo tanto, en una mejora del poder adquisitivo del salario, aun cuando habrá nuevos aumentos de tarifas.
La lectura que hace la Fundación Mediterránea de ese informe plantea también que en el segundo trimestre empezaría a subir el empleo privado, a la par de los préstamos al sector privado, completando un marco económico a priori favorable a las intenciones reeleccionistas del gobierno de Mauricio Macri. De hecho destaca que este gobierno llegará a las próximas elecciones con una economía en mejores condiciones que los gobiernos de 2001, 2009 y 2013, años en los que los oficialismos perdieron.
La noticia, sin embargo, no sería buena para el gobierno, porque si bien las variables «llegan con una mejoría a las elecciones, su evolución resulta bastante más débil que en los otros períodos eleccionarios donde el oficialismo resultó ganador», explicó el economista Gustavo Reyes, de la Fundación Mediterránea. Informes privados sobre proyecciones de inversiones para este año parecen apuntalar ese pronóstico. «