Apurado por las circunstancias, el gobierno explora vías para fortalecer la oferta de divisas y apaciguar el mercado cambiario. La tensión se acentuó en las últimas semanas y se refleja en el precio del dólar, en la elevada brecha con los tipos de cambio alternativo (que casi duplican las cotizaciones oficiales) y en las cada vez más agudas restricciones para el acceso de empresas y particulares.
Una de las vías en estudio es incentivar la liquidación por parte del sector agroexportador, que provee alrededor de un tercio de las divisas que genera la economía, según afirman sus representantes. Los analistas estiman que todavía quedan sin vender alrededor de 20 millones de toneladas de granos de la última cosecha, con un potencial valor cercano a los U$S 7.000 millones. Los productores prefieren retener ese volumen ante la expectativa de que continúe la recuperación en el precio de la soja (que llegó a 367 dólares por tonelada, su máximo en dos años) y de una posible devaluación que les permita incrementar sus ingresos en pesos.
La idea del Ejecutivo es establecer algún mecanismo que estimule la liberación de esos saldos. Sobre la mesa de negociaciones, a la que se sientan representantes de los Ministerios de Economía, de Agricultura y de Desarrollo Productivo, entre otras áreas oficiales, se pusieron distintas iniciativas; entre otras, una baja transitoria de retenciones o bien computar las mismas a cuenta del impuesto a las Ganancias. Es un tema sensible para los productores, que en la práctica y una vez aplicado ese descuento perciben sólo $51 por dólar. En las conversaciones se colaron otros temas pendientes, como las compensaciones anunciadas hace algunos meses para que los pequeños productores no se vean tan perjudicados por los derechos de exportación. Por cuerda separada, el esquema sería factible de replicar en sectores extractivos como la minería y los hidrocarburos, que también pueden aportar divisas frescas.
Otra maniobra que estudian las autoridades es la habilitación para utilizar los fondos entregados por el Banco Popular de China, como parte del swap con el Banco Central. Aquel intercambio, iniciado en 2010 y luego ampliado hasta un equivalente de U$S 18 mil millones, preveía el intercambio de yuanes y pesos al solo efecto de fortalecer las reservas de ambas entidades. Su eventual conversión a dólares debe ser autorizada por la otra parte. Este martes hubo una larga conversación telefónica entre los jefes de Estado de ambos países, en la que Alberto Fernández fue invitado a visitar el país asiático cuando pase la pandemia. Según el diario especializado Ámbito Financiero, durante el diálogo Xi Jinping dio el visto bueno para utilizar el swap, aunque ahora el gobierno debería resolver la manera de convertirlos en dólares (podría ser un préstamo a través de bancos comerciales garantizado con esos fondos).
Esas alternativas mejorarían las reservas líquidas del Banco Central, cuyo monto nominal cayó por debajo de los U$S 42 mil millones: se estima que descontados el swap, el respaldo de los depósitos bancarios en moneda extranjera y otros fondos específicos, apenas una sexta parte de ese monto están disponibles de manera efectiva. Una mayor certeza sobre la disponibilidad de esos billetes también descomprimiría la presión de los importadores, que están pagando sus operaciones por adelantado ante la incertidumbre sobre si tendrán esas divisas en las próximas semanas y a qué valor deberán abonarlas. Sólo entre el lunes y el martes, el Central perdió U$S 90 millones para atender el exceso de demanda en el mercado oficial.
La urgencia del gobierno pasa no sólo por las dificultades económicas que se derivan de la debilidad en el sector externo, sino del costo político que le genera la demora en disipar la incertidumbre. Hay otro factor que urge la toma de medidas: el inicio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Se espera que el martes llegue una delegación de ese organismo para sentar las bases de un nuevo programa y si bien sólo vendrían en modo escucha, como lo definieron sus voceros, el equipo económico necesita brindar un panorama más o menos claro sobre cuántos dólares se necesitarán para sostener la salida de la actividad.