En tiempos en que la palabra bono remite de forma inevitable a la especulación financiera, dos organizaciones populares decidieron reinterpretar el término creando un sistema de financiamiento denominado Bono Tomate, que permitirá a quienes lo compren obtener, en la cosecha de la próxima primavera, 10 kilos de tomate redondo a un precio libre de distorsiones especulativas para los consumidores y sin abusos en la cadena de valor para los productores.
El sistema fue ideado por el Instituto para la Producción Popular (IPP) junto a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), que nuclea a 1.500 familias de quinteros del Gran La Plata. El mecanismo de la propuesta es muy simple: los consumidores interesados escriben a [email protected], allí se les informa sobre la propuesta y reciben los datos para hacer una transferencia bancaria de 220 pesos porcada 10 kilos, para financiar la siembra y la cosecha de los tomates.A cambio, reciben el bono con el que podrán retirar la cantidad pactada entre el 26 de noviembre y el 17 de diciembre, en dos entregas.
El canje de bonos por tomates se hará en los centros de distribución de Más Cerca es Más Justo, el proyecto del IPP que acerca cada sábado a productores y consumidores,y que ya cuenta con 35 centros de distribución en la Ciudad de Buenos Aires y el primer cordón del conurbano bonaerense. Esta primera emisión del Bono Tomate sólo estará disponible para consumidores de esas zonas.
La iniciativa es una adaptación a la cultura local del modelo conocido como agricultura apoyada por la comunidad, que está difundido en muchos países y tiene especial desarrollo en Japón, donde unos 17 millones de consumidores financian a pequeños productores agrícolas mediante un sistema llamado teikei (vínculos). En todos los casos, lo que se busca -además del ahorro- es apoyar la producción local y alimentarse de una forma más sana.
En el caso argentino, este modo cooperativo une dos necesidades: la de los productores populares que son explotados por los intermediarios que imponen precios miserables, y la de los consumidores que buscan verduras frescas sin tener que pagar precios abusivos. Cabe recordar que en noviembre de 2015 la especulación llevó el precio del kilo de tomates a 40 pesos y a mediados del último mes de julio se llegó a pagar hasta 60 pesos por kilo.
Cambio cultural
La idea del IPP es que el Bono Tomate sea un disparador para que el sistema sea difundido y ampliado a una escala mayor y con otros productos de la economía popular. Se trata de iniciar un cambio cultural con ideas comunitarias que superen las falacias neoliberales que están siendo cuestionadas dentro del propio Primer Mundo.
El bono puede ser suscripto por cualquier ciudadano, pero también por empresas con responsabilidad social, de cualquier dimensión, que pueden ayudar al tránsito cultural comprando una cantidad de bonos y entregándolos a su personal, sostuvo Enrique Martínez, coordinador general del instituto. «