El cambio de rumbo en la política monetaria del Banco Central ya se está haciendo sentir en las pizarras de las entidades, que han variado las tasas de interés ofrecidas en los últimos 30 días. Sin embargo, y como suele ocurrir, esas modificaciones se dan con más fuerza en algunas operaciones que en otras.
En el caso de las tasas minoristas, el descenso las ha convertido en claramente negativas, es decir, que la compensación que ofrecen los bancos por mantener el dinero a plazo fijo está por debajo de la inflación. El informe monetario diario del BCRA señala que en promedio, el rendimiento que ofrece el sistema financiero por los depósitos a 30 días es de 36,14%. Hace un mes estaba en 42%, seis puntos más arriba. Incluso en los contratos por montos grandes, superiores a los $ 20 millones, la tasa (TM-20 en la jerga) que ofrecen las entidades privadas es de 39%, cinco puntos inferior a la de comienzos de diciembre.
Se trata de una consecuencia de la nueva orientación oficial, que dispuso bajar la tasa que ofrece a los bancos mediante la suscripción de Leliq de 68% a 55%. Al obtener un rendimiento mucho menor, las entidades financieras hacen lo propio con sus clientes. La contrapartida es que la tasa ha quedado claramente por debajo de las previsiones del índice de precios, que según las consultoras encuestadas en el Relevamiento de Expectativas de Mercado está subiendo a un ritmo de 42% anual.
Los valores de cada banco son publicados en la web del Central, que instauró un régimen de transparencia por el cual informa las tasas que ofrecen las entidades de mayor volumen de depósitos para las colocaciones a 30 días por montos superiores a $ 100 mil. Los bancos oficiales lideran la oferta, con rendimientos de hasta 38% anual (Provincia), mientras que los privados oscilan entre 37% (Galicia) y apenas 31,5% (Macro).
Pero si los bancos están abonando mucho menos para tomar dinero, no sucede lo mismo con sus préstamos. En los personales, por ejemplo, la tasa exigida apenas descendió dos puntos y todavía está en 70% anual. En otras palabras, la tasa activa (la que los bancos cobran) casi duplica a la pasiva (la que pagan). Esto, lógicamente, mejora su margen de ganancia.
Esa diferencia en los números, y sobre todo en el comportamiento, hacen que el ritmo al que crecen las operaciones también sea diferente. El informe oficial consigna que mientras los depósitos del sector privado en el sistema subieron en el último año un 36%, los préstamos sólo lo hicieron un 19,9%. Algunos tipos, como los personales y los prendarios, cayeron incluso en términos nominales. Los que más crecieron son, entre las empresas, los adelantos en cuenta corriente, por los que se está abonando un promedio de 54% anual; y su equivalente para los particulares, la financiación de las tarjetas de crédito, por la que los bancos de primera línea están cobrando más de 95% anual.
El otro rasgo de la política que puso en marcha el BCRA es la mayor oferta de dinero. Mientras el anterior presidente de la entidad, Guido Sandleris, había dejado la base monetaria clavada en $ 1,3 billones como supuesta garantía de anclar la inflación (teoría que fue ampliamente desmentida por los hechos), al 2 de enero el total del circulante era de $ 1,877 billones, según datos oficiales. «Intentaron solucionar la inflación a través de instrumentos monetarios y no tuvieron resultados. Establecieron una alta tasa de interés y mantuvieron fija la base monetaria por mucho tiempo. Eso hizo caer muy fuerte los préstamos al sector privado y la economía cayó”, resumió en declaraciones a Radio Metro el actual titular, Miguel Angel Pesce, dejando en claro las distintas visiones sobre el manejo de la política monetaria entre ambas conducciones.