Apilar consumo. Esa es fue la estrategia de las distribuidoras de energía eléctrica del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) para contrarrestar el congelamiento de precios decretado por el gobierno nacional. En el primer tramo del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (Aspo), las distribuidoras no podían enviar a sus empleados a hacer las habituales lecturas de medidores de consumo. Por lo tanto, para facturar empleaban un cálculo estimativo que derivó en consumos artificialmente bajos y, por lo tanto, facturas por montos menores a los que hubieran correspondido.
A partir de junio las distribuidoras eléctricas volvieron a medir los consumos de manera presencial. Las empresas juntaron toda la diferencia más el consumo del período en una única boleta. Pero, al mismo tiempo, en el invierno los consumos crecen. Como resultado, los usuarios residenciales vieron en sus facturas que saltaron hacia categorías de consumo superiores respecto de las que habitualmente integraban.
Las categorías son nueve, siendo la 1 la más baja. A medida que suben las categorías, suben tanto los costos fijos como los variables. Por ejemplo, un usuario R5 (hasta 500 kw/h de consumo) paga $ 518,03 de cargo fijo y $ 3,11 por cada kw/h consumido; en tanto, un usuario R7 (hasta 601 kw/h) paga un cargo fijo de $ 1186,63 y $ 3,87 por kw/h consumido. Así las cosas, por un aumento del consumo del 20%, un usuario R5 que pagaba $ 2000 de luz, pasó a pagar $ 3500, ya que saltó a la categoría R7.
Es importante tener en cuenta que para un distribuidor eléctrico, el costo de entregar electricidad es el mismo sea a un usuario de categoría 1 que a otro de la 9. Entonces, ubicar a usuarios en forma masiva en categorías más elevadas le va a significar un ingreso adicional sin haber gastado un peso de más en el despacho eléctrico.
Pedro Bussetti, titular de la ONG Defensa de Usuarios y Consumidores (Deuco), le explicó a Tiempo: «Apilaron las diferencias de consumo y así se dieron los saltos de categoría, pero tenemos también muchos reclamos de gente a la que le han acumulado el consumo de meses. Eso hace que se produzcan saltos de categoría y la factura se hace impagable». Busetti advirtió que «no se ha cumplido lo que el ENRE ordenó a las empresas, que era prorratear las diferencias entre la medición estimada y la presencial».
Desde que volvió la lectura presencial del consumo, abundaron los reclamos por los montos elevados de las facturas de Edenor y Edesur. Esas quejas han continuado a lo largo del invierno. «
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7 October 2021 - 03:36
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