La preocupación sobre el déficit fiscal y la inflación sobrevolaron las dos reuniones clave que la ministra de Economía, Silvina Batakis, tuvo en la primera jornada de su viaje a Washington. Sus interlocutores fueron Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, y David Lipton, ex número dos de ese organismo y en la actualidad influyente asesor de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen.
El encuentro con Georgieva fue acaso el motivo principal del viaje de Batakis. El gobierno estimó que era indispensable que la ministra mantuviera su plan original y se hiciera presente en Estados Unidos pese a que el presidente Alberto Fernández no viajara (su par Joe Biden no pudo recibirlo por haberse contagiado de Covid).
Batakis, acompañada por su viceministra Karina Angeletti y el embajador argentino Jorge Argüello, dialogó un rato largo con el director del departamento para el Hemisferio Occidental, Ilan Goldfajn, y su segunda Julie Kozack. Ambos son los que monitorean la relación entre Argentina y el organismo. El objetivo era que los funcionarios de la entidad “escuchen y conozca cómo piensa” la ministra, según contó Argüello a la salida de la reunión.
El encuentro con Georgieva vino después. Tras una parte protocolar, la titular del Fondo y la ministra quedaron a solas y dialogaron por algo más de 20 minutos. Lo que hablaron no trascendió, aunque la anfitriona dio algunas pistas en el tradicional tuit que postea luego de cada reunión de este tipo. “Otro encuentro productivo con la ministra Silvina Batakis. Damos la bienvenida a sus esfuerzos iniciales para fortalecer la sustentabilidad fiscal y acordamos la importancia de implementar un programa direccionado a enfrentar los desafíos económicos y sociales de Argentina”, se lee en la cuenta de Twitter de Georgieva.
El énfasis que puso la búlgara en la cuestión fiscal se entiende al echar una mirada a las planillas de la Secretaría de Hacienda sobre los ingresos y gastos del primer semestre del año. El déficit fue del 1% del PBI, en línea con lo prometido al Fondo Monetario, pero en Washington ven con preocupación que mientras la recaudación avanza a la par de la inflación, los gastos lo hacen diez puntos por encima de ella. La persistencia de esa brecha, sumada a gastos estacionales, tornan difícil que el déficit primario se mantenga en 2,5% del PBI sin un desborde de la emisión monetaria, tal como lo establece el programa de facilidades extendidas acordado en marzo pasado.
“La impresión que dio Batakis fue muy positiva. Ella se mostró muy solvente antes todos los planteos y cuando habla sabe lo que dice porque conoce las cuentas fiscales al detalle”, dijo una fuente de la delegación argentina a la agencia Télam, mostrando la importancia que se le dio a este ítem.
Lo mismo ocurrió en la reunión con Lipton, un “halcón” de la Casa Blanca que cuando estuvo como director adjunto del FMI tuvo posiciones críticas hacia la Argentina. En su reunión con la ministra pidió conocer detalles de todas las medidas fiscales que ella planteó cuando asumió el cargo; entre otras, el congelamiento de vacantes en la administración pública, la creación de un comité asesor para el manejo de la deuda en pesos y la fijación de una tasa de interés por encima de la inflación (para garantizar la aceptación de los bonos de deuda con que se financia el Tesoro). Entre esos puntos hay otro que todavía no se implementó: la “caja única” que pretende armar Batakis y de la que saldrán partidas para las distintas reparticiones sólo cuando haya fondos en ella. Con ese sistema, en Economía estiman que ahorrarán unos $ 600 mil millones anuales.
La importancia que le dan a estos temas en Washington quedó evidenciada en la presentación del Panorama Económico Mundial, que realizó este martes el FMI, en la que se vaticina un crecimiento de 4% en la economía argentina para este año. Sin embargo, el director del Departamento de Estudios del organismo, Pierre-Olivier Gourinchas, le dio más importancia a la cuestión fiscal y a la inflación que a la mejora en el nivel de actividad. “La Argentina tiene en este punto un proceso inflacionario que no está anclado. Reducirla a un entorno más estable tiene que ser la prioridad absoluta para el país. Este es el tema que se tendrá que abordar”, señaló.