Pelopincho, la fábrica de piletas más popular de la Argentina, despidió 38 trabajadores, un 15% de su planta, empujada por la empinada crisis por la que desbarrancan las pymes nacionales. Héctor Goethe, presidente de la empresa Sonne, fue el encargado de dar la noticia y señalar la causa que impulsó la decisión empresarial: «A la gente no le alcanza para la comida menos nos va a comprar una pileta».
Durante los últimos dos meses, la constructora de piletas de tela vinílica, redujo el horario de trabajo de los operarios, aunque les mantuvo el sueldo completo pero, según detalló Goethe a la prensa, durante el verano los comercios no llegaron a vender el 50% de las piletas por ser un producto secundario y, a la hora de elegir dónde recortar, las piletas populares se convirtieron en un producto premiun.
Desde el año 1984, la empresa que nació en Entre Ríos se trasladó a Merlo, San Luis. Sólo en 2002 enfrentaron una crisis similar. Con esa excepción hasta la fecha producían de manera estable, pero la crisis que golpea a la clase media y sectores populares los llevó a una caída estrepitosa de las ventas: “Hoy tenemos pedidos que son el 30 por ciento de lo que registrábamos a esta altura el año pasado. Si sumamos la compra potencial que se puede dar en los próximos meses estimamos que llegaremos a un 65 o 70 por ciento del trabajo que teníamos en 2018. Con esa situación tuvimos que ajustar nuestra plantilla con el despido de 38 personas para asegurarle la ocupación a los otros 200”.
La situación financiera para las pymes resulta insostenible por la altísima tasa de interés, lo que cierra toda posibilidad de recurrir a créditos. El dueño de las piletas Pelopincho y Tiburoncito expresó: “Hoy no tenemos el apoyo de los bancos. Todo lo que hacemos es con financiamiento propio. Si tengo que pedirle prestado al Banco Nación me cobran un 90 por ciento de interés que después es imposible trasladar a los consumidores. Tenemos condicionamientos de todos los colores».
El empresario no se quedó callado y pintó el cuadro en el que la compañía decidió despedir a los 38 trabajadores, no como un «desmanejo» empresarial sino porque los consumidores tienen que elegir entre la compra de productos de primera necesidad: “El consumidor de las piletas es el que va a las góndolas y hoy no le alcanza para comprar alimentos, está comprando segundas y terceras marcas para poder acceder, y nosotros tenemos que apuntar a venderle una pileta. Existimos por el apoyo de los proveedores, los clientes y la gente que tenemos adentro de la fábrica. Me siento tranquilo porque esto no es un desmanejo de la empresa, es consecuencia de la crisis que vivimos en el país”, definió por último el empresario.