El respaldo de los empresarios más poderosos del país al gobierno de Javier Milei muestra signos públicos de resquebrajamiento. La última manifestación la dio Paolo Rocca, el mandamás del Grupo Techint, el monopolio en la siderurgia que tiene fuerte presencia en el negocio del gas y en la construcción.

La semana pasada, Rocca apuntó contra tres aspectos de la política económica del gobierno de ultraderecha. Sus focos de crítica fueron el mantenimiento del cepo, la apertura a las importaciones desde China y la falta de apoyo estatal a la industria.

Milei habló un día después en la ciudad de Córdoba, en un evento de la Fundación Mediterránea, y evitó responderle a Rocca. Esa tarea quedó en manos del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien ratificó que no habrá proteccionismo comercial.

El gobierno ya está llevando a cabo una apertura comercial (lo que sucede cuando no hay proteccionismo) en forma paulatina. A principios de octubre redujo los aranceles de 89 productos, entre ellos una treintena de bienes de capital construidos en base a acero que compiten con los producidos localmente. Lo más probable es que la industria china se la más beneficiada por la caída de aranceles (en muchos casos a apenas el 2%). La industria local, desplazada por su competencia del exterior, demandará menos acero de Techint.

El temor de Techint es que la apertura comercial llegue al preciado negocio de los caños para petróleo y gas. El conglomerado de Rocca manda en todos los segmentos del negocio, desde el de los tubos empleados en la extracción de petróleo y gas de Vaca Muerta con la técnica del fracking, hasta el de los gigantes que se usaron en la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, que transporta el gas desde Vaca Muerta hacia Buenos Aires.

Se prevé que la actividad en Vaca Muerta crezca un 35% en 2025, según dijo la Fundación Contactos Energéticos en base a una encuesta entre firmas petroleras que operan en esa cuenca. Eso significa un gran negocio para Techint, que a través de sus plantas en San Nicolás y Campana (ambas en Buenos Aires) domina la oferta de tubos.

No hay monopolios buenos

Francos admitió la posibilidad de que el gobierno determine la apertura del mercado de tubos y apuntó al corazón de la práctica de negocios del Grupo Techint. “Si uno le dice a una empresa petrolera que tiene que instalar tubos, y que por la producción argentina tiene que pagar 80% más que la del exterior, es muy probable que ese productor petrolero quiera traerlo (los tubos) desde el exterior”, dijo.

El jefe de Gabinete tradujo el reclamo de los operadores petroleros que deben comprarle a Techint los tubos para extraer el petróleo y el gas. En un momento en que la consigna es “extraer, extraer y extraer”, el valor de los tubos, un insumo clave, se vuelve un tema estratégico.

De paso, el comportamiento abusivo de Techint tira por tierra la teoría de los monopolios buenos que Milei soltó en junio durante un encuentro organizado por el Latam Economic Forum, donde dijo que un monopolio “puede ser maravilloso”.

Rocca no solo reclama que se le cierren las puertas comerciales a China –una batalla que parece perdida- sino que también pide respaldo financiero estatal –también de difícil concreción-. Puso como ejemplo los miles de millones de dólares puestos por el gobierno federal de Estados Unidos para subsidiar a diversas industrias y facilitarles la competencia internacional con China.

El reclamo de Rocca ya se escuchó, aunque puertas adentro, en la Unión Industrial Argentina, donde un sector comenzó a levantar la voz ante los mismos problemas enumerados por el jefe de Techint. En las últimas semanas, se menciona la difícil situación en la que se encontraría el titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja, por los cuestionamientos que recibe por su política de acompañamiento «acrítico» de Milei.

Por todo consuelo, Francos ofreció “modificar algunos aspectos de las leyes del trabajo, o reformar el sistema tributario argentino para hacerlo más justo”. Algo que debe saber a poco a los industriales que, como Rocca, quedan como el rey desnudo cuando pierden el apoyo estatal. O sea, el de todos los argentinos.