Para el Indec, la inflación de julio fue de 1,7%. Esa fue la variación que registró el nuevo Indice de Precios al Consumidor a nivel nacional, que empezó a difundirse el mes pasado, como también el correspondiente al Gran Buenos Aires, continuador del que el organismo volvió a elaborar a comienzos de 2016.
Aunque elevado, el número no fue mal visto en el gobierno. Es que si bien revela que la inflación no cede, el relevamiento oficial arrojó cifras inferiores a las previstas y también a las que habían vaticinado otros organismos, consultoras y centros de estudio. La Dirección de Estadísticas porteña había calculado un aumento de 1,8% para la Ciudad de Buenos Aires; para la UMET (Universidad Metropolitana para el Trabajo y la Educación), por la que se guían las centrales obreras y los sindicatos, fue de 2%; y el IPC Congreso, que promedia los cálculos de una serie de consultoras con el aval de diputados y senadores, fue de 2,1%.
De todos modos, el último informe técnico sobre precios previo a las primarias legislativas deja en claro que la meta anual de 17% que se había fijado el gobierno no podrá cumplirse. El acumulado de los primeros siete meses del año es de 13,8% a nivel nacional y 13,9% en el GBA. Por más que el Banco Central no se baje del objetivo que se propuso y continúe atando al mismo su política monetaria (las metas fijadas están para ser cumplidas y no para variarlas a cada rato, sostiene su presidente, Federico Sturzenegger), otros funcionarios del equipo económico relajaron bastante su discurso. «La sociedad no es zonza y se da cuenta que estamos bajando la inflación, más allá de que cumplamos la meta o fallemos por un par de puntos», dijo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en declaraciones reproducidas por la agencia Télam, lo que muestra los diferentes puntos de vista entre los colaboradores que el presidente Mauricio Macri eligió para manejar la economía.
En el cálculo desagregado que elabora el Indec se observa que los precios que más subieron son los regulados (2,3%), contra apenas 0,5% de los estacionales y 1,8% del llamado IPC núcleo (el resto de los bienes y servicios que conforman un 70% del universo relevado). Entre los rubros que mayor aumento sufrieron se destacan Salud (3,4%), que registró el impacto del ajuste en las tarifas de las prepagas, y Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (2,5%), sacudido por la suba de las naftas registrada a comienzos de julio, lo que demuestra que buena parte del impulso inflacionario lo provoca el propio gobierno a través de los aumentos que pacta con las grandes empresas.
En los últimos 12 meses la inflación en el GBA fue de 21,2%. Se descuenta que ese número será mayor el mes que viene, en una parte por cuestiones meramente estadísticas (en agosto de 2016 la inflación fue artificialmente baja por la anulación judicial del tarifazo) y en otra por temas netamente económicos, como el traslado a precios del alza del dólar, que en los últimos 30 días subió alrededor de 7% y cuyo efecto, según admiten los supermercadistas, ya está empezando a llegar a las góndolas.