La posibilidad de una recuperación de la actividad en el corto o mediano plazo es una pregunta que desvela a la industria nacional en general, pero en especial a la que vive del mercado interno.

La respuesta, a diez meses de la asunción del gobierno de La Libertad Avanza sigue siendo una incógnita.

En el sector se cruzan los que se ilusionan con los primeros datos de lo que parece ser una tendencia positiva en agosto, septiembre y octubre, con los que advierten que, más allá de lo coyuntural, una salida sustentable en el tiempo dependerá de las decisiones de política económica que tome el gobierno nacional en los próximos meses.

Los informes privados de septiembre dan caídas respecto al año pasado (menores que las que se registraron en meses previos) y mejoras intermensuales. El viernes, la consultora Orlando J. Ferreres y Asociados publicó su Índice de Producción Industrial (IPI-OJF) de septiembre con una leve caída del 0,7% en términos interanuales y una expansión intermensual del 1,9 por ciento.

Los números entusiasmaron en el sector fabril y en el gobierno, pero la tendencia tiene mucho que ver con la tracción de la industria aceitera. Al mismo tiempo, es notable el mal momento de las industrias metálicas básicas, de la maquinaria y equipo y de los minerales no metálicos, tres sectores que se mueven si la actividad es buena y viceversa.

Con todo, el IPI-OJF destacó que en el tercer trimestre del año las fábricas produjeron un 5,6% más que en el segundo, pero advirtió que el futuro cercano estará caracterizado por altibajos.

En tanto, la consultora FIEL midió en septiembre una caída del 7% interanual y un crecimiento del 1,4% respecto de agosto. A diferencia de Ferreres, este informe observó una caída de la producción en el tercer trimestre del año, la sexta consecutiva.

Sin precisar los números de septiembre, la Unión Industrial Argentina (UIA) confirmó trayectorias similares a las de FIEL en la producción, tanto en la comparación interanual como en septiembre contra agosto.

La tendencia parece tener consenso, pero la precisión sobre el momento concreto de la recuperación genera dudas y apelaciones a la tranquilidad. Algunos industriales, junto con funcionarios del gobierno, cantaron el fin de la recesión en julio, por el incremento de la producción observado ese mes, pero luego esa perspectiva se borroneó.

Las pymes opinan

Esta semana el tema fue parte del quinto Congreso Industrial del Consenso Nacional del Trabajo y la Producción, que organiza anualmente la asociación Industriales Pymes Argentinos (IPA).  

En un panel sobre la coyuntura económica, el economista de la Universidad de Avellaneda (Undav), Santiago Fraschina, aseguró que la principal pregunta de los empresarios es qué va a pasar con el crecimiento en lo que resta del año y 2025: “La estabilización macroeconómica es percibida como positiva, pero lo que se preguntan es qué pasará con los sectores industriales, con el empleo, con el comercio exterior, con las reservas y el dólar”.

El argumento es que, más allá de los resultados fiscales, existen dudas sobre la sustentabilidad de algunos sectores de la producción secundaria, porque “todo ajuste impacta en el consumo, en las ventas y en la producción. Si no se recupera la economía, no habrá impacto en la recaudación impositiva en términos reales”, señaló.

El empresariado considera también el impacto de una posible devaluación, señaló Fraschina, en caso de que el gobierno decida finalmente salir del cepo. Asimismo, transmitió que intriga cómo hará el gobierno para cumplir con los vencimientos de deuda previstos para mitad de 2025 teniendo en cuenta las reservas actuales y las dificultades que tiene la administración de Javier Milei para hacerse de divisas.

Otro referente económico de la Undav, Federico Vaccarezza, aconsejó moderar las expectativas en relación a 2025, la economía puede crecer al 5% en el mejor de los casos, es decir, al nivel de 2022.

Vaccarezza negó a su vez la posibilidad de que se abran más las importaciones “porque todo el superávit que se va a generar de balanza de pagos este año es una vaquita para pagar U$S 23 mil millones de deudas en 2025. El saldo neto este año no va a superar los 15 mil millones y el año que viene los vencimientos suman 23 mil millones. ¿De dónde van a salir?”, concluyó. «