La reducción en la tasa de interés que estudiaba la Reserva Federal estadounidense (Fed) y que anunció como un hecho en las últimas horas le viene de perillas al gobierno argentino, justo en la recta final hacia las elecciones primarias del 11 de agosto. El recorte fue de 25 puntos básicos lo que hizo bajar la tasa a un rango entre el 2% y 2,25&. La rebaja facilitaría el ingreso de fondos especulativos que ayudarían a mantener controlada la cotización del dólar.
La relación entre ambas cuestiones será la menor atracción que el mercado estadounidense representará para esos capitales, que podrán verse tentados a buscar otros rumbos más lucrativos. Uno de ellos podría ser el argentino, en donde la política monetaria que impulsa el Banco Central garantiza altos intereses. Si el tipo de cambio permanece quieto o varía muy poco durante el tiempo que dure la colocación, las ganancias pueden ser muy jugosas.
Además, la necesidad del gobierno de refinanciar su deuda lo lleva a ofrecer buenos rendimientos incluso en moneda dura, minimizando los riesgos. Hace unos días, Hacienda licitó Letes en dólares a 112 y 217 días de plazo, con intereses de 4,15% anual y 7,37% anual, respectivamente. Si las colocaciones fueran en pesos, los interesados deberían vender primero sus dólares para adquirir moneda local, con lo que la divisa estaría muy ofrecida y su cotización tendería a bajar. Esa es la gran preocupación de las autoridades económicas: evitar otra disparada del billete y su inevitable efecto inflacionario.
La baja en la tasa estadounidense fue admitida por el titular de la Fed, Jerome Powell y se anunció oficialmente durante las últimas horas. Se trata de la primera disminución en once años desde 2008, cuando fue ubicada en apenas 0,25% anual para morigerar la crisis desatada por la caída de créditos hipotecarios. Desde entonces fue subiendo paulatinamente hasta el 2,25% de la actualidad.
Sin embargo, el presidente Donald Trump presionó con fuerza para bajar ese rendimiento. La razón: quiere asegurarse que la guerra comercial con China no impacte en la actividad y que el mercado interno pueda absorber una eventual caída de las exportaciones. Es una medida de prevención, porque los indicadores de empleo y producción no reflejan que la economía estadounidense esté en caída. Esa política es exactamente la inversa de la que se pone en práctica en Argentina, donde después de la devaluación, el gobierno dejó (por ahora sin éxito) la salida de la recesión en manos de los exportadores, en lugar de fortalecer la demanda doméstica. Pese a sus afinidades en otros temas, en este rubro Trump y Macri se parecen muy poco.