El gobierno nacional recibió un mazazo la semana que pasó con la publicación de la caída de la actividad económica en un 6,7% en junio, comparada con la de un año atrás. Los expertos consideran que el desempeño económico es fundamental para intentar superar los niveles de pobreza (ver nota principal).
Aunque los portavoces de Cambiemos trataron de adjudicar el derrumbe a la sequía, y eventualmente, los números del Indec en parte ratifican esa posición, es claro que el parate está presente en todas las formas de la actividad económica.
Además, fue la caída más importante de la era Macri.
Según la estadística oficial, el retroceso se sintió en nueve de los 15 sectores relevados. Desde ya, el rojo más intenso se notó en el rubro agricultura y ganadería, por los efectos de la señalada sequía, con un retroceso del 31% interanual.
En tanto, el comercio se redujo un 8,4% a causa de la menor demanda por la caída en términos reales de salarios y jubilaciones. La industria manufacturera, en el marco del ahogo que las tasas de interés causan en el sector productivo, bajó un 7,5 por ciento.
Los tres rubros, de fuerte incidencia en el esquema productivo, explicaron el 85% del resultado negativo del mes. El resto tuvo alzas y bajas: las subas en la generación de electricidad, gas y agua, como también la del sector financiero, compensaron la caída en hotelería y restaurantes y en el rubro de transportes y comunicaciones, entre los más destacados.
Los pronósticos para los próximos meses también son negativos. Orlando J. Ferreres, consultora que dirige el economista homónimo, dio a conocer, casi en simultáneo, su índice de producción industrial de julio, que arrojó una disminución interanual del 5,2% y una contracción del 1,7% en el acumulado del período enero-julio.
La magnitud de la recesión se observa también en que en el segundo trimestre de este año el retroceso es del 2,18% respecto del mismo período de 2017. Si la comparación se hace sobre los primeros seis meses del año, la economía acumuló una caída del 0,6% respecto del primer semestre del año pasado. La economía ya se encuentra en un 3,5% abajo respecto del nivel que tenía en el primer semestre de 2015.
El economista y director de la consultora ACM, Javier Alvaredo, dijo en un informe: «Se confirma en junio la caída de la actividad en términos generalizados, ya hay más sectores con variación negativa que positiva, lo que indica una merma generalizada de la actividad».
En este sentido, cobran fuerza las palabras del titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, quien auguró un empeoramiento de las condiciones económicas y, por ende, del desempeño industrial.
Acevedo dijo que la actividad fabril sufrirá una recesión «muy fuerte hasta fin de año o más». El directivo detalló que «todavía tenemos un problema con el tipo de cambio. La corrida cambiaria sigue existiendo, esa crisis la tenemos latente. Y cuando empieza a devaluarse el dólar, inmediatamente pega en la inflación».
Acevedo, preocupado por el nivel de actividad, alertó que la industria «va a tener hasta fin de año o más una recesión fuerte, y no creo que eso se revierta, porque hay un problema internacional que no ayuda». Y agregó que el ajuste que aplica el gobierno tampoco colabora y, por el contrario, impulsa el escenario recesivo: el ajuste de las cuentas públicas «tendrá consecuencias negativas para las industrias y las economías regionales», indicó.
El gobierno espera una salida por el lado agropecuario y especula con que una buena cosecha pueda levantar de nuevo la economía. Sin embargo, y más allá del parecido con el gobierno del radical Arturo Umberto Illia, en la década del 60, para quien «una buena cosecha» podía levantar los magros resultados económicos de esa época, ya hay pronósticos que indican que el clima podría no ser benigno hacia fines de este año. Será cuestión de hacer la danza de la lluvia.
Niños sin ayuda estatal
Casi un millón y medio de niños (10% del total de menores de 18 años) no recibe ningún tipo de transferencia en dinero por parte del Estado por razones normativas (el 70% de ellos) o por problemas en el registro, indicó un reciente informe de Cippec titulado «Transferencias del Estado a la niñez: herramientas para reducir la infantilización de la pobreza», elaborado por Gala Díaz Langou, Florencia Caro Sachetti y Matilde Karczmarczyk, directora, coordinadora y analista, respectivamente, del programa de Protección Social de la entidad.
De los 13 millones de niños, niñas y adolescentes que viven en el país, el 90% recibe alguna transferencia del Estado: asignaciones familiares (39% las nacionales, 27% las contributivas provinciales y 3% pensiones no contributivas), la Asignación Universal por Hijo (29%) o las deducciones del Impuesto a las Ganancias (5 por ciento).
«El actual sistema de transferencias es ineficaz para revertir la situación de pobreza en la cual viven cuatro de cada diez menores de 18 años», dijo Díaz Langou.
La experta señaló que «la pobreza se concentra en las familias con niños, las más vulnerables. En otras palabras, la pobreza está infantilizada: el porcentaje de chicos y adolescentes bajo la línea de pobreza (39%) supera con creces al de población mayor de 18 años en estas condiciones (20%), según los últimos datos disponibles, de principios de 2017».
Y concluyó: «El sistema de transferencias vigente contribuye a la infantilización de la pobreza».