La rueda del endeudamiento gira a mayor velocidad y sus metas son cada vez más inmediatas. Casi dos tercios de los títulos y bonos emitidos por el Estado nacional a partir de 2016 concentran sus vencimientos en el corto plazo, de uno a cinco años.

Se trata de otra bola de nieve que armó la gestión de Cambiemos, en este caso para cubrir el déficit fiscal. El abuso de esa herramienta pasó a generar otro déficit de gravedad aun mayor, el financiero, que surge del pago de los intereses y que crece año a año. A tal punto que en el Presupuesto de 2019, los intereses representan el 14% de las erogaciones previstas.

El perfil cortoplacista de esas obligaciones le quita oxígeno al gobierno. Deberá responder a ellas en un marco en el que le costará generar recursos para abonarlas, debido a la recesión en que cayó la economía. En los casos de eventuales renovaciones, además, deberá aceptar las tasas más altas que le está exigiendo el mercado.

El estudio lo realizó el Instituto de Trabajo y Economía (ITE), a través de su Observatorio de la Deuda. La entidad clasificó todos los títulos emitidos según su año de vencimiento y también por su año de emisión. Así encontró que desde la llegada del macrismo al poder se emitieron obligaciones por U$S 266.214 millones (algunas están contabilizadas dos veces porque fueron refinanciadas), de las cuales el 63% (U$S 167.751 millones) son con vencimiento en el quinquenio 2018-2022. Visto de otra manera, de los poco más de U$S 233 mil millones a devolver entre este año y los cuatro que vienen, el 72% lo tomó el actual gobierno.

La mayoría de los vencimientos de 2018 fueron refinanciados. Pero los tres meses que quedan hasta fin de año no serán fáciles: el ITE calculó que resta afrontar pagos por U$S 28.885 millones, de los cuales más de la mitad están agendados para diciembre.

Tendencia creciente

El cuello de botella que marca el almanaque se agudizó en los últimos meses, en los que se recurrió al endeudamiento no sólo para cubrir el déficit operativo del Estado, sino para cancelar las Lebac, la gran bomba que había armado el Banco Central (su monto llegó a rondar los U$S 50 mil millones) y que el Fondo Monetario Internacional pidió desactivar. Con ese fin Hacienda lanzó primero las Letes (Letras del Tesoro), tanto en dólares como en pesos, y en estos últimos días las Lecap (Letras Capitalizables en Pesos). Estas herramientas son de duración variable pero casi nunca superan el año de plazo.

«En agosto, los efectos de la crisis cambiaria siguieron presentes en la dinámica de colocación de la deuda. Las únicas emisiones del gobierno nacional fueron a partir de instrumentos de corto plazo, reflejando las dificultades del crédito público en un contexto de niveles récord de primar de riesgo argentino. Con el objetivo de renovar al menos una parte de los vencimientos, en el tramo en dólares el gobierno ha comenzado a convalidar tasas de interés que son insostenibles en plazos más extendidos de tiempo», sostienen los economistas del ITE.

«Por el lado de los vencimientos, se observa que para este año se ubicarían en U$S 79.761 millones, de los cuales el 47% es por emisiones realizadas por el propio gobierno durante el año anterior. Esto se debe en gran medida a las Letras del Tesoro, que durante 2017 representaron el 45% del total de las emisiones (seis puntos porcentuales más respecto de 2016) y cuyo vencimiento es de tres a 12 meses», señala el informe.

Prevenciones

Esta mochila que carga la economía del país sobre sus espaldas alentó en algunos ámbitos las sospechas sobre la capacidad del gobierno de hacer frente a estos pagos. La aversión al riesgo de muchos inversores que por precaución se desprendieron de los bonos argentinos fue la que derrumbó sus precios y disparó el riesgo país hasta por encima de los 700 puntos, aunque en la última semana bajó levemente.

De la discusión participaron economistas internacionales de renombre, como Joseph Stiglitz, premio Nobel en 2001 y exdirectivo del FMI y del Banco Mundial. «Espero al menos una necesidad de un nuevo reperfilamiento, lo que significa aplazar los pagos inmediatos. Pero sospecho, dada la magnitud de los errores económicos que se han cometido en los últimos años, que tendría que haber una quita en la deuda», aventuró Stiglitz.

El tema también se coló en la defensa del Presupuesto para el año que viene que realizó el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en Diputados. Desde la oposición le recriminaron la inclusión en el proyecto de un artículo que habilita una eventual reestructuración de la deuda «atendiendo a las condiciones imperantes del mercado» y eliminando la obligatoriedad de una mejora en las condiciones (plazo, monto o intereses) que exige la Ley de Administración Financiera vigente. «En la Argentina del presidente Macri no va a haber ningún megacanje, ninguna reestructuración de la deuda», prometió Dujovne. «