La aceleración en el ritmo de aumento de los precios tuvo otra confirmación este martes, con la valorización de las canastas básicas que sirven para definir las líneas de pobreza e indigencia. Según difundió el Indec, la canasta total, que abarca el conjunto de bienes y servicios que utiliza una familia tipo compuesta por un matrimonio y dos hijos pequeños para satisfacer sus necesidades mínimas, costó en mayo $ 18.833,55, un 3,2% más que en abril. En tanto, la canasta alimentaria para el mismo grupo familiar fue establecida en $ 7.473,63, con una suba mensual aún mayor de 4,8%.

Las cifras son sustancialmente mayores que el índice de precios al consumidor estimado por el mismo organismo para el conjunto de la población: el nivel general subió 2,1% y el rubro de alimentos y bebidas 3,3%. La comparación demuestra que los estratos más bajos de la escala social son los que más sufren los aumentos de precios, ya que las canastas básicas incluyen solamente artículos de primera necesidad.

La súbita aceleración está vinculada directamente al impacto de la devaluación en los alimentos, sobre todo aquellos en cuya elaboración se utilizan harina y aceites, que subieron casi al compás del dólar en el último mes y medio. Por eso el aumento en la canasta alimentaria fue el más abrupto del año. En cambio, la canasta básica, que incluye otros bienes y servicios, había experimentado alzas todavía más fuertes en febrero y en diciembre del año pasado, cuando se sintieron los efectos de los tarifazos de gas y electricidad.

Con uno u otro valor, se hace evidente la diferencia entre los ingresos y los gastos familiares. En el caso de los asalariados, los que están bajo convenio han pactado en su mayoría incrementos del 15% para todo el año, en muchos casos sin posibilidad de revisión por una mayor inflación, mientras se esperan aclaraciones sobre la intención del gobierno de homologar un 5% adicional sólo para el sector privado.

Además, los que no están registrados (en los sectores medios y bajos abundan el trabajo informal y las changas) se ven perjudicados por la caída en la actividad económica que ya se está sintiendo. Con ese panorama, deben afrontar aumentos en sus gastos mínimos que en mayo fueron de 24,9% y 28,4% en las canastas alimentaria y total, respectivamente. Esa diferencia asegura que en septiembre, cuando se conozca la próxima medición oficial sobre condiciones de vida, muchas familias caerán bajo la línea de la pobreza y de la indigencia, agudizando la crítica situación social ya existente.