Dos meses atrás, cuando el Banco Central emitió la Comunicación A 7030, empezó una pulseada con las empresas por los escasos dólares de las reservas. En ese momento, al calor de la presentación del informe sobre endeudamiento y fuga de capitales durante el macrismo, la autoridad monetaria intentó limitar la compra de divisas para importaciones con el argumento de que las empresas debían emplear los dólares que habían adquirido en el país para atesorar.
Dos meses después y con casi 1500 millones de dólares de reservas menos en su tesoro, el BCRA se encuentra ante un problema cuya resolución escapa a sus posibilidades, algo que quedó reflejado en el rechazo del Poder Ejecutivo al planteo de Miguel Pesce, el presidente del Central, de que se limitara o eliminara la posibilidad de que los particulares adquieran hasta 200 dólares por mes. Y, al mismo tiempo, si intenta ajustar sobre las empresas, las presiones que estas pueden ejercer en la economía real –por caso, reduciendo importaciones esenciales– deriva en un aflojamiento de las restricciones para evitar que la economía se paralice «por responsabilidad del BCRA», como transmitieron industriales en julio.
El gobierno y el BCRA están trabajando juntos para buscar una salida al problema de la falta de reservas. Hay dos acciones simultáneas: cómo hacer para que haya más ingreso de divisas y, al mismo tiempo, se reduzca la salida.
Los ingresos de divisas están por ahora limitados al comercio exterior. No entran capitales al país por inversiones productivas ni especulativas. Tampoco por emisión de deuda. Pero en lo que hace al comercio exterior, comienza a percibirse una distancia entre los números positivos de la balanza comercial y lo que efectivamente se liquida en el mercado de cambios. El economista Gabriel Monzón lo describió así: «Creer que por la compra del dólar ahorro seguirá la caída de reservas cuando no existe una presión para la liquidación de las agroexportaciones es ver la realidad de manera parcial».
En Economía apuestan a que este panorama podría cambiar sustancialmente en poco tiempo más con la consumación del canje de bonos de la deuda en dólares a partir del acuerdo con los grandes fondos internacionales. Aseguran que ello mejorará los valores de cotización de los títulos públicos, reducirá el riesgo país y generará un shock de imagen favorable ante los inversores. Pero este escenario, que tiene un plazo perentorio, la primera semana de septiembre, no es compartido. Un reciente informe de Bloomberg –muy criticado entre funcionarios– ponía de relieve que los bonos argentinos en dólares no levantan vuelo ahora, a pesar de que el acuerdo con los bonistas ya está cerrado y el final está cantado. Y concluía que eso tenía un significado ominoso: «Los inversores se preparan para un nuevo default argentino».
Economía hizo trascender que también tiene expectativas en la balanza turística, pero es probable que ello no funcione así: en primer lugar, porque esa balanza fue deficitaria en los últimos años; y en segundo, porque el impacto de la pandemia de coronavirus no terminó y no queda claro cuándo podría haber flujos de divisas por esa vía.
Tapar las salidas
Por el lado de las salidas de dólares de la Argentina, la canilla abierta más conocida es la de los 200 dólares mensuales. Datos privados indican que por esta vía se irán en agosto unos 1000 millones de dólares de las reservas. El gobierno ya rechazó «por ahora» cortar esa vía, pero fuentes oficiales admiten que se estudian alternativas como reducir el cupo a un monto anual previa autorización de Afip. También se menciona su contrario, incentivar la permanencia de los dólares en las cajas de ahorro y que no se vendan en el mercado ilegal. Esa opción no evitaría la continua caída de las reservas.
El escenario internacional no ayuda a la gestión económica argentina. Hay una salida de fondos de mercados emergentes en general y de Latinoamérica en particular. Ello ha derivado en una desvalorización de la moneda brasileña respecto del dólar, cosa que es registrada por los analistas argentinos por la relación comercial y económica bilateral.