Se produjo este jueves la segunda corrida cambiaria consecutiva contra el peso, detenida por la intervención de las entidades oficiales y, en forma oportunista, por fondos buitre. Este último dato deja una gran inquietud, ya que el sostenimiento del valor de la moneda comienza a escapar de las manos del sector más moderado del mercado financiero para pasar a las del sector más atrevido y aventurero.
Durante las primeras dos horas del jueves, la demanda de dólares no tenía casi respuesta del lado de la oferta. Cuando unos pocos oferentes publicaron sus propuestas de venta de dólares, rápidamente fueron concretadas. Así fue que el valor de la divisa llegó a los $ 47,30 en la venta minorista.
La demanda de dólares se dio, al igual que el miércoles, de la mano de la venta de activos argentinos en pesos. Entre las 10 de la mañana y el mediodía, el valor de los bonos de deuda nacional en dólares se derrumbó más de un 7%. La bolsa llegó a perder un 5%.
Pero, con el ingreso al mercado del Banco Central, con la ayuda de los bancos oficiales Nación y Provincia, más las compras de bonos locales por parte de un par de fondos de cobertura muy agresivos, se revirtió la tendencia. La Bolsa cerró con una caída de sólo un 0,6%, mientras que el valor de algunos bonos en dólares se recuperó, al tiempo que el dólar perdió algunos puntos respecto del peso. La divisa de EEUU cerró en el segmento mayorista a $ 45,03, con una suba del 2,9 por ciento respecto del cierre del miércoles.
Desde ya que las causas que llevaron a los inversores y especuladores a vender activos en pesos en la mañana seguían vigentes durante la tarde. Al igual que el miércoles, las razones que dieron los operadores y analistas a la hora de explicar lo sucedido variaron desde la incertidumbre política por la posibilidad de que el presidente Mauricio Macri no logre la reelección y sea reemplazado por un gobierno de cuño kirchnerista, hasta la posibilidad de un canje de deuda forzado por un nuevo gobierno en 2020 con una quita del valor nominal (algo impensable hoy porque equivaldría a declarar un default, lo que está fuera del programa de todos los presidenciables), pasando por el fortalecimiento del dólar ante el resto de las divisas.
Lo cierto es que una mirada sobre la economía puede dar una respuesta sobre lo que está sucediendo. La recesión, la caída de la inversión y el consumo, la inflación y la baja del salario real auguran que los niveles de endeudamiento del gobierno y del sector privado (empresas y familias) son insostenibles ahora.
La intervención oportunista de fondos de cobertura es un alerta. El fondo buitre Elliott, de Paul Singer, que le ganó el juicio a la Argentina por la deuda en default en los tribunales de Nueva York, es un fondo de cobertura especializado en absorber el riesgo de terceros a cambio de una comisión. Fondos de este estilo fueron los que compraron bonos argentinos, a precio de remate, apostando a que subirán en un futuro cercano.
¿Por qué creen estos fondos buitre que habrá una suba en el valor de los bonos de la deuda argentina? La explicación con mayor consenso es que consideran que existen altas posibilidades de que surja en el próximo tiempo una respuesta política que le devolvería tranquilidad a los mercados, con lo cual subiría el valor de los bonos, más allá de que la economía siga barranca abajo.
Los analistas señalan otro factor: que el Banco Central subió la tasa de interés del 67% al 70% para las Letras de Liquidez (Leliq), o sea, para los bancos. El dato refleja que las entidades financieras reclamarán cada vez una tasa más alta para mantener los fondos de los plazos fijos invertidos en Leliq. Ello plantea una encrucijada al gobierno porque la suba de las tasas de interés, de por sí en un nivel sideral, impulsa aún más la recesión.