Coincidencia o no, los anuncios del gobierno electo con relación a priorizar el desarme de los pasivos remunerados del Banco Central se dieron casi al mismo tiempo que la decisión del grueso de las entidades financieras de pasarse a títulos de menor duración. En las últimas ruedas, gran cantidad de Leliq (letras de liquidez a 28 días) no fueron renovadas y con el importe resultante los bancos sucribieron pases, instrumento similar que se puede rescatar apenas 24 horas después, a costa de un rendimiento menor.

El panorama agrava complicaciones para las nuevas autoridades. Si estaban preocupadas porque los bancos no renovaran esas letras y pudieran volcar ese dinero a plaza, ahora esa decisión se puede tomar diariamente, con lo que “la bomba de las Leliq”, como la llaman en el entorno del presidente electo, puede detonar más rápidamente.

De acuerdo a los registros del Banco Central, esos títulos que la entidad coloca en el sistema bancario para evitar un exceso de liquidez (que podría derivar en mayor presión hacia los precios y hacia el dólar) pasaron en el último mes de $ 22,5 billones a $ 23,7 billones. El aumento es, entre otras cosas, resultado de los abultados intereses nominales, de 126% a 133% anual según el título que se trate.

Pero además de aumentar el monto global, también cambió la composición de cartera de los bancos: la proporción de pases diarios pasó del 41% al 55% en el término de un mes, según el informe monetario diario que publica el BCRA. Hace un año, esa proporción era solamente de 19% y el resto eran todas Leliq.

“El stock de Leliq se vino reduciendo en las últimas ruedas, debido a que muchos bancos se encuentran desarmando carteras en Letras de Liquidez para posicionarse en las nuevas Lediv, que son letras atadas al tipo de cambio oficial (dollar linked) más una tasa de 0% con vencimientos a 180 días y a ejercer en cualquier momento. Según fuentes de mercado, ya hay un stock de USD 5.000 millones”, señaló un informe de la consultora Research for Traders. En los últimos días, una circular del BCRA limitó el tipo de empresas y entidades que pueden acceder a esas Lediv.

Esta migración de carteras se produce en momentos en que el gobierno electo todavía no resolvió quién será el presidente del Banco Central ni tampoco el futuro de esa entidad. Emilio Ocampo, que aparecía como número puesto (Javier Milei había dicho que tenía la misión de ser el último presidente de la entidad para proceder a su cierre), se bajó luego de que su plan de dolarización quedara postergado. Y Demian Reidel, que más tarde apareció como número puesto para suceder a Miguel Pesce, también rechazó el cargo.

Por ahora, el interlocutor de los bancos es Luis Caputo, designado ministro de Economía. La semana pasada, “Toto” se reunió con una veintena de banqueros y les anunció que el desarme de las Leliq no será traumático. La opción que se maneja es que esa masa de títulos sea absorbida por el Tesoro, que necesita financiamiento mientras se prolongue su proceso de eliminación del déficit fiscal. Mientras esperan precisiones, los bancos van haciendo el desarme por su cuenta.