Aquellos que se oponen a debatir un impuesto único a la riqueza esgrimen como argumento que la iniciativa atenta contra las inversiones privadas y el esfuerzo personal. Pero según datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip), el 79% de la riqueza que gravaría el impuesto extraordinario a las grandes fortunas, de aprobarse tal como lo envió el oficialismo, se encuentra fuera del país. Se trata, por lo tanto, de fondos que no representan ningún tipo de inversión privada en Argentina. Sobre el total, poco más del 1% representa patrimonio empresarial radicado en territorio nacional.
El economista Gustavo García Zanotti publicó datos que exponen el origen de las fortunas que serían alcanzadas. La radiografía del informe revela que este sector posee un determinado volumen de bienes que no están orientados a incrementar las fuerzas productivas, sino más bien a generar ganancias a través de maniobras financieras, en mayor medida fuera del país.
Por otra parte, Zanotti cuestionó la procedencia de esas fortunas y consideró que deberían ser un tema discutido en términos fiscales. Mencionó que en medio de la crisis global, esto ocupa la agenda en otros países donde los activos heredados explican en gran medida la posición de los actuales ricos.
En esos casos, ese universo está alcanzado por alícuotas que guardan un carácter progresivo y que en Argentina fueron eliminadas durante la última dictadura cívico militar, proceso que posibilitó el fenómeno de valorización financiera, profundizado durante las últimas décadas y que hoy explica el nivel de activos en el exterior.
Números
En diálogo con El Ciudadano, el doctor en Desarrollo Económico por la Universidad Nacional de Quilmes y licenciado en Economía por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Gustavo García Zanotti, desglosó el informe construido en base a anuarios estadísticos de la Afip.
Como referencia para confeccionar la nueva contribución, el estudio tomó los datos publicados por Afip en 2018. Allí se estima que unos 12.946 contribuyentes poseen riquezas por 73.613 millones de dólares.
Un 79% de esos bienes se encuentran en el exterior, la mayor parte a través de títulos públicos. En último lugar, y con una participación minoritaria, aparece la posesión de patrimonios empresariales.
Esto último representa poco más del 1% sobre el total. Ese porcentaje mínimo representa el universo de afectados que efectivamente apostaron a la potencialidad productiva local.
¿Atentado a la inversión?
Con el respaldo de estos datos, Zanotti desestimó la negativa opositora y empresarial fundada en que el proyecto atenta contra la inversión privada. Al respecto, explicó: “El proceso de acumulación en los últimos cuarenta años se basó en la valorización financiera y fuga de capitales, por lo que los ricos tienen más perfil de financistas que de empresarios industriales”.
En paralelo agregó que la Argentina padece un flagelo que ocurre en todo el mundo, y que tiene que ver con la formación de activos en el exterior. “La diferencia es que en estos países, ese proceso presiona la restricción externa a través de la compra de dólares, eso repercute en el costo de la divisa que lleva a devaluaciones y crisis económicas”, explicó.
En este sentido sintetizó que así como el Estado ha tenido responsabilidad en la profundización de este fenómeno, ahora “tiene la oportunidad de morigerarlo”, a través de organismos de control como la Afip.
La punta del iceberg
Si bien el informe toma los datos disponibles de la Afip, Zanotti reconoció que existe un amplio desfasaje con otras estimaciones ya que a medida que pasa el tiempo “los ricos poseen mayores artilugios financieros para ocultar información al fisco”.
Mientras que la Afip contabiliza activos en el exterior por 72.000 millones de dólares, el Indec calcula un stock de activos fugados por 266.000 millones (41% del PBI). Por su parte, el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefid-Ar) eleva esta última cifra a 500.000 millones (casi un PBI, 80%).
“La diferencia entre las estimaciones son activos ocultos, que no se saben donde están”, consideró el doctor en Desarrollo Económico, quien considera que lo que se conoce oficialmente es tan solo la punta del iceberg.
Pesada herencia
Ante el argumento meritócrata que considera un eventual impuesto como un atentado al esfuerzo personal, Zanotti trazó un paralelo con lo que ocurre en otras coordenadas del mundo y detectó un punto de inflexión en la historia argentina.
“Algunos países pusieron en cuestión la procedencia de la riqueza, ya que los activos heredados explican en gran medida la posición de los actuales ricos, lo que significa que el esfuerzo y sacrificio fue realizado por generaciones anteriores. Argentina no cuenta con un impuesto a la herencia dado que fue derogado por la última dictadura cívico-militar”, analizó.
A su vez, el egresado de la UNR, sostuvo que ese proceso de la historia argentina marcó el inicio de un proceso de valorización financiera que se profundizó a lo largo de las últimas décadas. Esto facilitó el actual esquema de fuga y especulación, que hoy pretende ser gravado por un impuesto extraordinario.
“Cuando se habla de concentración de riqueza, hablamos de proceso de privatizaciones, inversiones financieras, acumulación extraordinaria, una distribución del estado a los sectores más altos”, sintetizó.
Artículo publicado en El Ciudadano y la región