La industria argentina sufrirá las consecuencias del programa económico que presentó el viernes el flamante ministro de Economía de Brasil, Henrique Meirelles, que se basa en una contracción del gasto público, incremento de impuestos, despidos de trabajadores del área pública federal (seguramente se dará el mismo proceso en los estados) y una reforma previsional.
En ese escenario, es muy probable que el nivel de actividad industrial del país vecino caiga hasta el 10% (muy por encima del -6,2 de 2015). Por su parte, los pronósticos más pesimistas apuntan a una caída del PBI de este año del 4%, mayor al de 2015 (-3,8%).
Desde 2014 que la economía de Brasil está estancada o se retrae. Este desempeño golpeó en tres sentidos diferentes a la Argentina: en la caída de las exportaciones industriales (el caso automotriz es el más conocido); en el incremento de las importaciones industriales desde Brasil; y en la pelea en terceros mercados, donde las exportaciones de ambos países compiten.
El economista Dante Sica (consultora Abeceb) pronostica que «la Argentina no contará con Brasil en los próximos dos años». En ese escenario, es muy probable que las exportaciones argentinas sigan bajando. Segun Marcelo Elizondo (consultora DNI), Brasil es el destino del 15% de las ventas externas nacionales en el primer trimestre de 2016 cuando en 2015 absorbía el 17 por ciento.
Por otro lado, una caída del consumo en Brasil aflojaría la excusa de la necesidad de altas tasas de interés para contener la inflación, lo que facilitaría una devaluación del real (30% en 2015), impulsada también por la necesidad estatal y privada de licuar sus pasivos. De ser así, las importaciones industriales desde Brasil podrían llegar con más fuerza a la Argentina, en un contexto en el que el gobierno de Mauricio Macri ha reducido las barreras al ingreso de esos productos con la eliminación de las DJAI.
Un caso sirve de ejemplo: según la Fundación Pro Tejer, que defiende los intereses de la industria textil, las importaciones de ese sector son responsables de un tercio de las pérdidas de ventas en lo que va del año.
Por último, con un real más bajo, la industria brasileña podría salir a reconquistar Sudamérica de manos de China, Estados Unidos y la Argentina, trocando la exportación de capitales por la de productos manufacturados.«
El MST saldrá a las calles para enfrentar al gobierno golpista
Joaquim Pinheiro, de 45 años, es miembro de la Dirección Nacional del MST en Río de Janeiro. En diálogo con Tiempo, aseguró que el Frente Brasil Popular que integra «seguirá presionando para impedir que este gobierno pueda gobernar». El dirigente consideró que el Ejecutivo golpista «amenaza a los derechos de los trabajadores y pretende volver a un proceso de privatización de las grandes empresas que siguen en manos el Estado, sobre todo de la Petrobras».
«Nosotros hace un año veníamos organizando un espacio importante de los movimientos populares. Juntar a los jóvenes, a los gremios, a las mujeres, los negros, los trabajadores sin tierra, los sindicatos, más de 80 organizaciones populares que conformamos el frente. Por eso ya preveíamos que la situación era complicada y podía llegar a este momento.
Pinheiro destacó que «es importante también evaluar que, desde que empezó este proceso, la sociedad brasileña se ha movilizado. Una parte de la derecha reaccionaria, los golpistas, los fascistas se han movilizado en muchas oportunidades con el apoyo de los grandes medios de comunicación. Por otro lado, el Frente Brasil Popular, con todos los sectores de izquierda, progresistas, artistas, intelectuales, universitarios, conformamos otro bloque importante con movilizaciones en defensa de la democracia. No del gobierno de Dilma, porque muchos de nosotros somos críticos. Pero la gran mayoría de la población sigue en su casa mirando la crisis por la televisión. Tenemos que buscar que los beneficiados por el programa social del gobierno, salga a la calle.»
¿Hay un temor a la represión? «Hay una modalidad de golpe que ya no utilizan las fuerzas armadas pero sí con el Parlamento, las grandes corporaciones y el sector judicial. Su intención es volver a una situación donde las políticas las impone el Departamento de Estado de EE UU. Se quiere volver al neoliberalismo. Eso es lo que ellos quieren. Nosotros tenemos que organizar la resistencia y la lucha.«