En un año se perdieron 204 mil puestos de trabajo según datos oficiales difundidos por la Secretaría de Trabajo y basados en los registros del Sistema Previsional Argentino (SIPA) la semana pasada. El mismo informe da cuenta de una caída del poder adquisitivo del salario privado de un 9,9% en sólo un año. El derrumbe del empleo y el salario transformó la economía nacional en un máquina de generar pobres.
Si bien el informe oficial de pobreza relativo al primer semestre de este año se conocerá recién el 30 de septiembre, cuando lo publique el Indec, estudios privados indican que el crecimiento en el número de pobres en el país no cesa y que la cantidad de personas que viven en hogares que no reúnen los ingresos capaces de costear los bienes y servicios que incluye la Canasta Básica Total podrían alcanzar hasta el 39,1% de la población al 31 de mayo de este año.
Es que, según datos del Indec, la Canasta Básica Total para un hogar tipo de cuatro integrantes alcanzó en mayo los $ 30.338 cuando un año antes sumaba $ 18.833. Se trata de una suba del 61% que supera el Índice de Precios al Consumidor en el período, que acumuló una suba del 57,3 por ciento. Es que en el rubro de alimentos la suba llegó hasta un 64,9% y en transporte, alcanzó el 70,6%. La Canasta Básica Alimentaria, que mide el umbral de la indigencia, para ese mismo mes, se ubicó en $ 12.086, que implica un incremento del 61,72 por ciento.
Pero los salarios, en un año y según el último informe disponible del Indec relativo al mes de abril, subieron un 36,7% en general y apenas un 31,18% para el segmento de los trabajadores no registrados que, por obvios motivos, está más expuesto a la pobreza. De esta forma, el eslabón más vulnerable registró un pérdida del poder adquisitivo del salario del 19,91% con relación a la inflación y del 22% con relación a la Canasta Básica Total.
Macri, evaluado
En lo que se refiere a la pobreza, los últimos datos oficiales corresponden al segundo semestre de 2018. Según el Indec, en promedio, durante esos seis meses la pobreza alcanzó a un 32% de la población urbana. Se trató de la cifra más alta registrada desde que el gobierno asumió y difundiera el primer dato luego del apagón estadístico propiciado para normalizar el Instituto, tras la polémica gestión del exsecretario de Comercio Guillermo Moreno. En septiembre de 2016, el presidente Mauricio Macri señaló que el índice del 32,2%, relativo al segundo trimestre de ese año, sería el lente a través del cual querría que su gobierno fuera evaluado.
A partir de ese momento el índice se redujo hasta el piso del 25,7% registrado en el segundo semestre del 2017 para luego comenzar una curva ascendente. El 32% del segundo semestre de 2018 equivalía a unos 12,9 millones de personas pero, a la vez, se trataba de un promedio de todo el período.
Según el análisis del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) a cargo del economista de la CTA Autónoma y exdiputado nacional Claudio Lozano, en rigor, y según las bases de datos oficiales disponibles en el Indec, en el último trimestre de 2018 el promedio se elevó hasta un 35,5 por ciento, equivalente a casi 14,4 millones de personas que habitan en centros urbanos.
Lozano explicó a Tiempo que «el Indec dijo que había llegado al 32% en promedio en todo el segundo semestre de 2018. Pero en el último trimestre la pobreza se ubicó en un 35,5% y la indigencia dio un 7,4 por ciento. Estos son datos del Indec que están disponibles. Nosotros los desagregamos por trimestre».
A la hora de analizar la situación actual, el economista explicó que «no tenemos bases de datos ni del primer trimestre ni del segundo de 2019. Pero estimamos en base al impacto de la inflación sobre los ingresos y, consecuentemente, sobre la pobreza y la indigencia. La experiencia histórica marca que por cada punto de inflación, la cantidad de pobres se incrementa en 89.620 personas y la de indigentes en 26.031. Sobre esa base, hasta mayo, da que terminamos con un 39,1% de pobres y un 8,6% de indigentes. Proyectados al conjunto de la población son 17. 580.788 personas bajo la línea de pobreza y 3.847.113 debajo de la línea de indigencia».
Si el dato se acotara a la población urbana, se trata de 15.835.500 que implican la generación de 1.458.000 nuevos pobres en apenas cinco meses. Con todo, Lozano observó que el dato de indigencia que se conocerá en septiembre próximo posiblemente no alcance esa cifra como resultado de la decisión oficial de incrementar la Asignación Universal por Hijo en un 46%. Para el especialista del IPPyP, «adelantaron a marzo los aumentos que debían dar en todo el año para que la indigencia no les dé muy alta antes de la elección. Es posible que ese 8,6% dé en torno al 7,4%, pero sólo en el primer semestre porque luego volverá a los niveles que estamos proyectando».
Por otro lado, Martín González Rozada, profesor del Departamento de Economía y director de la Maestría en Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella, difundió un estudio que realiza en forma sistemática y que ratifica la tendencia creciente de los índices de pobreza. Según el simulador de actualización de la pobreza conocido como Nowcast, durante el primer semestre de este año la pobreza alcanzará, en promedio, hasta a un 35,1% de la población urbana.
Con relación al 32% promedio oficial del semestre anterior, se trata de una suba de 3,5 puntos que equivalen a 1.417.500 personas, una cifra muy similar a la proyectada por el IPPyP. Sin embargo, para el especialista de la Di Tella, el fenómeno estaría mostrando una leve desaceleración entre el primer y el segundo trimestre de este año.
Las raíces del empobrecimiento
Hay dos elementos clave que explican el crecimiento de la pobreza: la pérdida del poder adquisitivo del salario en general y la caída del empleo.
En los primeros cuatro meses de 2019, los salarios crecieron un 12,4% mientras que los precios lo hicieron en un 19,2%. Esos 6,7 puntos de diferencia redundaron en una pérdida del poder adquisitivo del salario del 5,6% que se eleva a un 8,2% para los salarios no registrados.
Lozano destacó que, según datos del Indec, «el ingreso promedio de los trabajadores argentinos está en el orden de los 17 mil pesos. La canasta de pobreza está por encima. Eso define un cuadro de situación. Los pobres no necesariamente son desempleados, son los que sí tienen empleo. Los números son claros». Además, destacó que «la tasa de desempleo es del 10,1% pero existe una enorme desocupación encubierta. Cuando se suman ocupados que buscan empleo y la desocupación abierta, estamos en el 27,6% de la población en el primer trimestre de este año. Son 5,4 millones de personas que buscan trabajo todos los días en la Argentina. Aparecer como ocupado tampoco garantiza estar exento de la pobreza».
Según datos del SIPA, en un año, se resignaron 203 mil puestos de trabajo sobre la base de despidos y, entre otras cosas, la baja de 12.168 empleadores de los cuales 11.971 eran empresas privadas.
Pero en apenas cuatro meses de este año, los cierres de empresas privadas llegaron hasta los 5980 según datos oficiales de la Afip.
Otro número que sirve para explicar el origen de la máquina de pobres en la que se ha convertido la economía Argentina al calor de la devaluación, la caída del consumo y las tasas de interés exorbitantes. «
Pobres, también con salario privado en blanco
La pobreza, en general, está asociada con el desempleo y el trabajo precario. Sin embargo, los datos oficiales indican una realidad bien diferente.
Según el informe mensual de empleo que difunde la Secretaría de Empleo, basado en datos del Sistema Previsional Argentino (SIPA), el salario promedio de los trabajadores registrados del sector privado alcanzó en abril los $ 40.911 y la mediana los $ 31.719.
La pérdida del poder adquisitivo promedio de los trabajadores privados, en un año, alcanzó, según los mismo datos un 9,9 por ciento.
Por su parte, la Canasta Básica Total, que mide el umbral de la pobreza, en ese mismo mes se había fijado en $ 29.493 para una familia tipo de cuatro integrantes y en $ 31.021 para un hogar integrado por cinco miembros.
La mediana es un indicador estadístico que se refiere a la cifra en la cual la muestra se divide exactamente por mitades.
Así las cosas, según los datos oficiales, casi la mitad de los trabajadores registrados privados bajo convenio percibe ingresos que lo ubican por por debajo de la línea de pobreza.
Se trata de un total de 6,14 millones de empleados de los cuales unos 3 millones perciben ingresos por debajo de ese umbral. De nuevo, ni el empleo registrado del sector privado garantiza condiciones de vida dignas.
La triste paradoja del Indec
El viernes último los trabajadores del Indec, el organismo encargado de medir la pobreza y el trabajo no registrado, realizaron una protesta en las puertas del organismo para visibilizar un conflicto que tiene mucho de paradoja. Los «monotributristes», como se denominan irónicamente, exigieron el blanqueo de su relación laboral con el Estado y su equiparación salarial con los trabajadores de planta o con aquellos que, con contrataciones encuadradas en el artículo 48, perciben salarios de convenio, vacaciones, obra social y aguinaldo. Es que, según denunciaron, el número de monotributistas escaló en apenas tres años y medio desde 40 hasta 300 trabajadores.
Esos empleados perciben, en su mayoría, ingresos por $ 24.000 a los que hay que descontarle el pago del impuesto y, en algunos casos, el pago de Ingresos Brutos. Así, sus salarios están muy por debajo de la línea de pobreza que ellos mismos se encargan de medir.
El drama de los más jóvenes
Los sectores jóvenes y adolescentes están entre los más afectados por la pobreza. Según el Indec, en el segundo semestre del año pasado el fenómeno llegaba al 46,8% entre los menores de 14 años y al 38,6% de los que tienen entre 15 y 29 años.
Una de las explicaciones es la dificultad para conseguir empleo que sufren quienes buscan incorporarse al mercado laboral. Una muestra se vio en Expo Empleo Joven 2019, el evento anual que se realizó el viernes y sábado con organización del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La concurrencia de jóvenes que asiste a buscar trabajo se multiplicó por ocho desde la primera edición, en 2012. Allí se ponen en contacto con empresas, ONG y universidades.
Según un informe del Centro de Estudios Atenea, elaborado en base a datos del Indec, en el primer trimestre de este año la tasa de desocupación de varones jóvenes de 14 a 29 años asciende a 18,5% y la de mujeres de la misma edad a 23,1%. En ambos casos, superan en tres puntos la media del año 2018. Según Darío Spampinato, investigador de ese centro, la muestra «no es una política dirigida a los jóvenes sino a las empresas, que ahorran gastos en servicio de consultoría y selección de personal, a la vez que se publicitan en un evento masivo».