Martín Guzmán le puso picante a la negociación por la deuda con el Fondo Monetario Internacional, al acusar a los países accionistas de no haber alcanzado “una comprensión plena” de la situación y reclamó “los consensos internacionales que hacen falta para tener un acuerdo entre las partes”.
Entre ellos, reclamó considerar las conclusiones de la evaluación expost que realizó el organismo sobre el stand by de 2018, que aludió a los gruesos errores en su diseño e implementación. También pidió “que se termine de entender que el esquema de políticas macroeconómicas tiene que permitirle al Estado jugar un rol contra-cíclico que apuntale la recuperación”.
Las declaraciones del ministro de Economía, en un reportaje que el diario El País publicó este miércoles, sorprendieron por la dureza de sus conceptos y porque apuntó a las naciones con mayor peso en el directorio de la entidad, las que según se desprende de esos conceptos son las que están trabando un nuevo programa para refinanciar los casi U$S 44 mil millones. “Argentina está lista para avanzar. El gobierno argentino tiene el pleno interés en cerrar un acuerdo lo más rápidamente posible”, puntualizó Guzmán.
Los conceptos llegaron en un momento en que las conversaciones están estancadas, no sólo por el receso de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, sino porque la última ronda de diálogo con el staff técnico no arrojó ningún acercamiento en cuanto al programa económico para los próximos años. Las divergencias se mantienen en cuanto al tamaño del déficit fiscal, el uso de la emisión monetaria para financiarlo y el fortalecimiento de las reservas internacionales. Este último capítulo incluye el reclamo de una devaluación que el gobierno rechaza.
Sin embargo, Guzmán sugiere que la situación es otra: que los técnicos del FMI no tienen la luz verde del directorio para cerrar el acuerdo. “Con el staff ha habido entendimientos profundos. A nivel de los accionistas, claramente ha habido un crecimiento de la comprensión de la situación, pero esa comprensión no se ha dado a la velocidad que sería deseable para tener un acuerdo ya con el FMI. Lo que el gobierno argentino quiere es que se acelere ese proceso de comprensión”, explicó.
La jugada táctica implica un retroceso en el camino que se había desarrollado durante el último año, con visitas de Guzmán y del presidente Alberto Fernández a los principales líderes europeos: el francés Emmanuel Macron, la alemana Angela Merkel (que ya dejó su cargo) y el español Pedro Sánchez, entre otros, además de los reiterados diálogos telefónicos con el ruso Vladimir Putin. En ellos se habían mencionado gestos concretos de respaldo a los pedidos argentinos hacia el Fondo. En cambio, el acercamiento con Estados Unidos no pasó de un cruce de Guzmán con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, en una reunión del G-20.
Sin embargo, con los resultados a la vista, las señales diplomáticas en las giras de mediados de año no sirvieron de mucho. El FMI postergó dos veces el debate sobre la eliminación de las sobretasas en los préstamos de montos excepcionales, que para Argentina significan un plus de U$S 1.000 millones por año.
Tampoco hubo avances en el acceso a una presunta “bolsa de DEG”, conformada por aportes de países desarrollados que en teoría no necesitarían las asignaciones especiales realizadas por el Fondo con motivo de la pandemia. En la minuta que difundió la entidad sobre la discusión de la evaluación del stand by, la semana pasada, también se menciona que la posición de los directores en cuanto a las causas por las que fracasó el programa de apoyo a la Argentina no fue unánime.
En todo caso, la dureza de las declaraciones de Guzmán a un periódico europeo parecen ser un revulsivo para sacar las negociaciones del estado indefinido en que se encuentran. A partir de la segunda semana de enero, cuando el personal del FMI vuelva al trabajo, se verá si la nueva táctica da resultados.