El Banco Central está dando al mercado señales de que la etapa de apreciación cambiaria finalizó y que de ahora en más la relación peso-dólar se mantendrá estable en términos reales. En las primeras cuatro rondas de diciembre la cotización en el mercado oficial subió 39 centavos (el lunes cerró a $ 101,32) y está 0,4% arriba del valor del fin del mes anterior.

Hasta ahora, a pesar de las tensiones inflacionarias, el dólar en el mercado mayorista (dominado a voluntad por el Central gracias al rigor del cepo cambiario) venía subiendo bastante por debajo de los precios. Entre mayo y noviembre el ritmo fue de 1% a 1,2% mensual. En el año, frente a una inflación estimada de 46%, la divisa sólo subió 20,4%.

Esa evolución por debajo de los demás precios estaba prevista en el Presupuesto 2022, que utilizaba la paridad cambiaria como un ancla para evitar que los valores de los demás productos se desmadraran. Sin embargo, el esquema no funcionó y la inflación doméstica superará en más de 20 puntos aquella previsión del 29% formulada a comienzos de año.

Esa diferencia inicial era posible gracias al colchón proporcionado por las fuertes devaluaciones de 2018 y 2019. Pero ese margen ya casi desapareció a juzgar por el tipo de cambio multilateral, un índice que compara la situación del país con la de sus principales socios comerciales para saber si su paridad es competitiva. De acuerdo al indicador elaborado por el BCRA, el tipo de cambio multilateral cayó 14% en seis meses y está apenas 2,4% más alto que en diciembre de 2015. Pasado en limpio, los bienes que produce Argentina están siendo cada vez más caros en dólares y se vuelven más difíciles de ubicar en otros países.

El giro en la política cambiaria también está vinculado a la brecha entre el dólar oficial y las cotizaciones alternativas. Estas últimas fueron subiendo ya no al compás de los precios internos sino de las tensiones financieras y políticas, que llevaron a que en los mercados paralelos la cotización duplicara la oficial. La inquietud por esa diferencia, que desalienta la liquidación de exportaciones y estimula las maniobras de subfacturación en el comercio exterior, fue explícitamente planteada por los técnicos del Fondo Monetario Internacional y forma parte del menú de cuestiones en discusión para celebrar un nuevo programa financiero con ese organismo.

Tratar de cerrar la brecha le costaba al Banco Central una buena cantidad de reservas a través de las ventas de bonos para desinflar los mercados MEP y CCL, por los que las empresas sin acceso al mercado oficial canalizan la compra de dólares. Según la consultora Ecolatina, por ese canal se habían llegado a ir hasta U$S 60 millones por día. Después de las elecciones, la entidad dejó esa operatoria de lado. “Terminado el período electoral y en las vísperas del acuerdo con el FMI, el Banco Central intenta cuidar las reservas y, por lo tanto, cerró uno de los grifos por los cuales perdía dólares”, señaló un informe de esa consultora.

Otra hipótesis es que el gobierno acelera el ajuste diario en reemplazo de cualquier devaluación brusca que podría exigir el FMI para cerrar esa brecha. El ministro de Economía, Martín Guzmán, dio cuenta de manera reiterada de que no habrá devaluación y de que busca tranquilizar la situación macro: “No va a haber devaluación, el BCRA está comprando dólares, tenemos superávit comercial y las exportaciones vienen creciendo”, repitió en varias oportunidades.